Economista e inspector de Hacienda del Estado. Exdiputado en el Congreso. Autor de 'Y esto ¿quién lo paga?'

Los primeros parlamentos se crearon, ya en la Edad Media, para autorizar los gastos del Rey, ordenando recaudar los impuestos. Esto quiere decir que la primera función de los parlamentos era, precisamente, la presupuestaria. En la actualidad, la función de examinar, debatir y aprobar los presupuestos sigue siendo una función esencial de los parlamentos. Sin embargo, las consecuencias de no tener presupuestos están muy suavizadas por la prórroga automática prevista en el art. 134 de la CE.

Hay quién prefiere que la Banca no gane dinero, yo no. Tengo, por lo menos, dos razones, la primera es que cuando las entidades financieras pierden dinero, los contribuyentes acaban pagando buena parte de la factura. Esto no es teoría, según el estudio de Fernando Restoy (ex subgobernador del Banco de España), Mariano Herrera y Patrizia Baudino para el Banco de Pagos Internacional, el rescate financiero en España había supuesto el empleo de casi 81.000 millones de euros de recursos públicos hasta el 31/12/2022, de los que sólo unos 23.000 millones provenían del propio sector. Es una estimación similar, en conceptos e importes, a la que hice en mi libro Y esto, ¿quién lo paga? (Debate 2023). Pero, la segunda razón es todavía más obvia y determinante: si la Banca deja de ganar dinero, se deja de conceder crédito, lo que lleva inexorablemente a una grave crisis económica. Eso, como vimos también en el periodo 2008-2013 tampoco es teoría.

El salario de un trabajador es un ingreso para él, y una buena parte del coste de tenerlo contratado para la empresa. No es todo el coste porque la empresa también tiene que pagar las cotizaciones a la Seguridad Social. En principio, las empresas sólo contratarán nuevos empleados, y mantendrán los que ya tienen en nómina, si la producción de estos empleados supera, al menos, los costes salariales y de cotizaciones. Puede haber excepciones puntuales por algunas razones, pero si en la generalidad de los casos, primero no se producen nuevas contrataciones, después despidos y finalmente el cierre de empresas.

Cuando se ignoran elementos fundamentales de la realidad, propuestas, que sobre el papel parecen grandes ideas, se pueden convertir en absolutamente contraproducentes. Así, hace unos días, la vicepresidenta segunda del Gobierno y líder de Sumar, Yolanda Díaz, proponía eliminar la exención del IVA a la Sanidad y Educación privada. Lo hacía con el siguiente argumento:

"También queremos que factores que son claves en un impuesto que es regresivo e injusto, como es el IVA, sean modificados (…) Estamos financiando de alguna manera la asistencia a las escuelas privadas, no estoy hablando de la escuela concertada. ¿Por qué la Sanidad privada en España tributa al 0%? ¿Es esto justo?"

El pasado martes, el Gobierno aprobaba una rebaja del IRPF que suponía que 5,2 millones de contribuyentes se fuesen a ahorrar unos 1.385 millones de euros. Pero, esta rebaja se realizaba sólo en el Reglamento del Impuesto, y queda pendiente que se modifique la ley, puesto que, si no, este ahorro de los contribuyentes se perdería, como lágrimas en la lluvia, si tienen que presentar su declaración de la renta. De hecho, esto es lo que les ocurrirá a muchos contribuyentes este mismo año de entre los que ganan entre 22.000 y 35.200 euros, como el jueves informaba elEconomista.es.

"Puedes ignorar la realidad, pero no puedes ignorar las consecuencias de ignorar la realidad.". Esta conocida afirmación de la filósofa libertaria norteamericana Ayn Rand se aplica a muchas cuestiones en esta vida, y entre otras, a la situación fiscal de España. Desde el final de la burbuja en 2007, España lleva cerrando todos los ejercicios en déficit. Y esto repercute en la realidad de una menor capacidad de gasto, y en la necesidad de aumentar ingresos. Si esta realidad se ignora, llegan los problemas en forma de crisis económicas. Además, si se pretende que las grandes empresas no sólo que aumenten significativamente sus ingresos por el impuesto de sociedades, sino que paguen impuestos por las pérdidas y no por las ganancias, y sin reparar en las formas, llega un día en que toca afrontar las consecuencias.

La resaca de la convalidación de dos de los tres Reales Decretos-Ley del pasado miércoles en el Congreso, reunido en la sede del Senado, nos ha dejado algunas sorpresas. Alguna de ellas, como la delegación de la competencia de inmigración a la Generalitat de Catalunya, parece particularmente compleja, tanto porque es una competencia exclusiva del Estado según la Constitución, y también por razones prácticas. Sin embargo, la publicación "inmediata" de las balanzas fiscales parecería, a priori, más sencilla. De hecho, estas balanzas se estuvieron publicando hasta 2017, con el término de "cuentas públicas territorializadas" y siguen estando disponibles en la propia web del Ministerio de Hacienda. El último ejercicio publicado es el del año 2014.

Si se comparan los indicadores económicos actuales de España con los de finales de 2019, la situación es similar, con luces y sombras, pero con una excepción muy importante: la deuda pública que ha aumentado sustancialmente pasando de 1,22 billones a 1,6 (con los que cerraremos probablemente el año). En términos de PIB, la deuda pública ha pasado del 98 al 110%. Esto resulta particularmente relevante porque los tipos de interés han pasado del cero al cuatro y medio por ciento, tomando el tipo principal del BCE. Aunque es posible que estos tipos bajen algo en el futuro, los que es prácticamente seguro es que no volveremos (al menos en un futuro previsible), a tipos cero o negativos. Esto quiere decir que tener deuda, y tenemos mucha más deuda pública, ha dejado de ser inocuo.

El pasado miércoles, los gobiernos de los 27 Estados Miembros de la Unión Europea alcanzaron, por unanimidad, el acuerdo para implantar nuevas reglas fiscales. Éste es, probablemente, el acuerdo más importante alcanzado bajo la presidencia española del Consejo, y también, la despedida de Nadia Calviño como vicepresidenta económica, antes de irse al Banco Europeo de Inversiones como presidenta. Desde aquí, por supuesto, y, antes que nada, mi felicitación por el importante nombramiento.

Hace unas semanas, Javier Milei ganó las elecciones presidenciales argentinas con un programa radical, que incluía acabar con el clientelismo peronista, recortar de forma drástica el gasto público y “dolarizar la economía argentina”. Hay muy pocas dudas de que la economía argentina es una historia de fracaso. Pero, como casi siempre, es mucho más fácil el diagnóstico: una inflación descontrolada que lo arrasa todo, que la solución. Y por supuesto, es mucho más fácil diseñar una estrategia de solución en un despacho que aplicarla en la práctica.