Opinión

Sumar contra la banca y sus beneficios

Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, en un evento de su formación Sumar en Bilbao. EFE

Hay quién prefiere que la Banca no gane dinero, yo no. Tengo, por lo menos, dos razones, la primera es que cuando las entidades financieras pierden dinero, los contribuyentes acaban pagando buena parte de la factura. Esto no es teoría, según el estudio de Fernando Restoy (ex subgobernador del Banco de España), Mariano Herrera y Patrizia Baudino para el Banco de Pagos Internacional, el rescate financiero en España había supuesto el empleo de casi 81.000 millones de euros de recursos públicos hasta el 31/12/2022, de los que sólo unos 23.000 millones provenían del propio sector. Es una estimación similar, en conceptos e importes, a la que hice en mi libro Y esto, ¿quién lo paga? (Debate 2023). Pero, la segunda razón es todavía más obvia y determinante: si la Banca deja de ganar dinero, se deja de conceder crédito, lo que lleva inexorablemente a una grave crisis económica. Eso, como vimos también en el periodo 2008-2013 tampoco es teoría.

En fin, hace unos años el problema era que los contribuyentes pagásemos las pérdidas de las entidades de crédito, ahora parece que el problema es que los bancos ganen demasiado dinero. Hace unos días, Sumar, presentaba una batería de medidas para hacer frente a los "obscenos" beneficios "llovidos del cielo o, mejor dicho, del bolsillo de los hogares y del contribuyente", que está obteniendo la Banca. Este grupo político, Sumar, está realizando últimamente muchas propuestas económicas, como ya comentamos hace unas semanas, con respecto a subir el IVA de la sanidad y educación, que ahora pretende complementar reduciendo el IVA al arte contemporáneo, reducir el horario de la hostelería…

Más allá de los adjetivos, las propuestas bancarias de Sumar merecen, en mi opinión, un análisis más detallado que otras que esta formación ha aportado al debate público. Una de las más comentadas ha sido instar al BCE a que, como hizo en 2020 y 2021, limite el reparto de dividendos. A corto plazo, esta medida fortalece los recursos propios de los bancos, porque se acumulan reservas. Sin embargo, si lo que se pretende es que haya más crédito y más barato, la medida a medio y largo plazo es contraproducente. Para prestar, un banco necesita capital, que se obtiene emitiendo acciones, que deberían dar rentabilidad. Además, como el sector bancario está regulado, el riesgo de perder la inversión es mayor.

Nuevamente, no es sólo teoría. En 2017, los accionistas del Banco Popular perdieron toda su inversión por la resolución del banco, aunque hasta el último día, las acciones cotizaban y tenían un valor. Si las acciones son el instrumento que, en caso de crisis, deben "absorber las pérdidas", no se puede pretender que su remuneración esté limitada, o no, al menos si se pretende que alguien invierta, y en consecuencia que los bancos estén capitalizados. Ya hemos tenido la experiencia de unas entidades financieras que no podían emitir acciones, no podían repartir dividendos, y la mayor parte de sus beneficios iba a reservas, las cajas de ahorro. Como no podían emitir acciones, cuando necesitaron aumentar capital recurrieron a híbridos, como las participaciones preferentes, y el resultado fue simplemente, un desastre.

Sorprendentemente, esta medida de limitar los dividendos (y recompras de acciones) va acompañada de exigir más capital a los bancos, además de hacer permanente (y más gravoso) el impuesto a los bancos en los presupuestos. Esto último puede plantear problemas jurídicos, dado que la ley de presupuestos, según el artículo 134 de la Constitución, no puede crear tributos, y sólo puede modificarlos cuando una ley tributaria sustantiva lo prevea. Independientemente de eso, un impuesto, si se repercute al cliente hace más caro el crédito. Pero, si no se hace, como se pretende, lo pagan los accionistas, disminuyendo los fondos propios y el capital. Si, además, se exige más capital, se tiene menos por el impuesto, y es más complicado emitir acciones porque no se pueden retribuir vía dividendos, todo conduce a que se preste cada vez menos…

Obviamente, si reduce la oferta de crédito, entonces puede ser que se reduzcan los beneficios bancarios, pero obtener financiación será más caro y difícil. Otra de las medidas,aumentar las reservas obligatorias y no retribuidas de la Banca en el Banco Central Europeo (BCE) van, exactamente en la misma dirección. Esto no deja de ser equivalente a un impuesto, que aumenta el coste de los créditos que se concedan, y disminuye la rentabilidad de los depósitos en los bancos comerciales.

Es cierto que la Banca Europea tiene depositados casi 3,5 billones de euros en el BCE retribuidos al 4%. Pero esto no es una transferencia del BCE, a cambio de nada, para que los bancos europeos ganen más dinero y los bancos centrales europeos entren en pérdidas. Esto es pagar porque la banca europea aparque la liquidez que el BCE, comprando deuda pública inyectó en la economía. Si el BCE no retribuyese su facilidad de depósito, este dinero se estaría prestando, lo que tendría un evidente efecto inflacionario. La otra alternativa para reducir la liquidez sería que el BCE vendiese los títulos de deuda que tiene. Pero esos títulos dan poca rentabilidad, porque fueron emitidos cuando los tipos estaban en negativo, y ahora valen menos que cuando se emitieron. Si estos títulos de deuda se vendiesen de golpe, los bancos centrales tendrían pérdidas monstruosas, y al mismo tiempo, los Estados tendrían mucho más complicado financiarse. Como se ve, reducir la liquidez siempre tiene coste, pero no se puede reducir la inflación manteniendo unos niveles de liquidez disparados.

Todas estas medidas tienen en común que, por una parte, son competencia del BCE, salvo hacer permanente el impuesto a la banca, y por otra que, muy probablemente, reducirían el beneficio de los bancos. El precio de todo esto, sería tener créditos más caros, sin que aumentase la retribución de los depósitos. Curiosamente, Sumar también propone, como colofón, que el BCE baje los tipos de interés. Esto debería disminuir los beneficios de la Banca, pero tendría un efecto inflacionario, dado que el BCE subió tipos, precisamente para controlar la inflación. Pero, si se pretende que esa eventual rebaja de tipos, que acabará llegando, aunque probablemente no a muy corto plazo, se traslade a la economía real, hay que contar con el sistema financiero. Lo que es un hecho es que tenemos menos entidades de crédito, y menos competencia que antes de la crisis financiera. Si ahora ponemos más trabas, impuestos y obstáculos, no estaremos mejorando la financiación de la economía, sino todo lo contrario.

De todas estas medidas, la que más probablemente se implantará será el hacer definitivo el gravamen bancario. Esta figura dio unos 1.200 millones de euros de recaudación, lo que es una cuantía escasa comparada con el volumen del rescate o del déficit público en España, 63.736 millones de euros en 2022. Es cierto que el gravamen ha sido compatible con beneficios récord de la Banca, pero también, y eso se suele ignorar, con que la menor retribución de los depósitos por parte de la Banca española.

En términos globales, el relativo problema de los excesivos beneficios beneficios de la Banca es un problema de falta de competencia: estamos pagando el hundimiento de la mitad del sistema financiero, fundamentalmente las cajas de ahorro. Y ese problema no se arregla ni demonizando al sector, ni poniendo trabas, ni haciéndolo artificialmente menos rentable para el capital, ni tampoco subiendo o bajando impuestos. O por lo menos, así no se arregla sin causar males mayores.

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