Periodista. Escribo sobre el presente y el futuro del empleo.

Las sospechas de que las cifras 'oficiales' del mercado laboral no reflejan la situación real de desempleo no son nuevas ni exclusivas de nuestro país y derivan en buena parte de la propia definición de 'paro' fijada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la que utilizan todos los organismos estadísticos del mundo. Sin embargo, en los últimos años parece haberse producido una auténtica explosión de métricas 'alternativas' en nuestro país que cuestionan las que esgrime el Gobierno. ¿Pero estas son más fiables o solo un arma política que distorsiona cualquier análisis riguroso de la situación que sufren cerca de cuatro millones de personas en España?

Más de 650.300 ocupados españoles perdieron su empleo y acabaron en el paro en el cuarto trimestre de 2023. Suponen el 3,05% del total de personas que trabajaban en los tres meses anteriores, el porcentaje más elevado de la Unión Europea, que se situó en el 1,3%. Además, multiplica por cuatro el de países como Alemania, donde solo llega a un 0,7%. Aunque se ha reducido sustancialmente desde los niveles alcanzados en la crisis financiera, cuando rondó el 6%, este dato revela que la inestabilidad de los puestos de trabajo sigue siendo una de las grandes debilidades de nuestro mercado de trabajo dos años después de la reforma laboral.

Tras conseguir una prórroga de dos meses de Bruselas, el Gobierno cuenta con un margen más holgado para cerrar un acuerdo con los interlocutores sociales que le permita a volver a presentar su reforma de los subsidios. Pero la negociación ha encontrado una complicación adicional con el anuncio de que los Presupuestos de 2024 se prorrogarán. Una decisión que implica la congelación del IPREM, el índice que se utiliza como referencia para calcular el importe de estas ayudas a los parados de larga duración. Algo a lo que se niegan los sindicatos, que exigen una subida del 17,5% "lo antes posible", para que pase de los 600 a los 705 euros.

La primera jornada de protesta de los asesores de empresas contra el 'caos' de la administración electrónica se ha saldado sin incidencias reseñables ni interrupción de los servicios telemáticos, pese al envío masivo de escritos de personación por parte de estos profesionales como denuncia de la situación en la que se encuentran desde hace cuatro años. Aunque han recibido respuestas variadas e incluso 'regañinas' de los funcioanrios encargados de responder por parte de los organismos afectados –Seguridad Social, SEPE y Agencia Tributaria–, ya que la forma elegida para "ejercer sus derechos" puede "repercutir en la atención" que prestan a los ciudadanos.

Más de 70.000 asesores de empresas de toda España están llamados a movilizarse este jueves para denunciar públicamente la sobrecarga de trabajo que sufren desde hace cuatro años por culpa de la "chapucera" implantación de la administración electrónica, que les somete a un incesante vaivén de trámites, rectificaciones, errores informáticos y amenazas de sanciones que no entiende de fines de semana, festivos, vacaciones ni el mínimo derecho a la desconexión digital.

En el aluvión de estadísticas laborales que publica cada mes el Gobierno hay una que destaca especialmente por ser sistemáticamente malinterpretada por periodistas, políticos y no pocos analistas: la duración de los contratos registrados por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). Una referencia que, tras la última reforma laboral, queda más lejos que nunca de reflejar la estabilidad real del empleo. Y aunque aporta algunos datos a tener en cuenta, no compensan la opacidad interesada de los ministerios de Trabajo y de Inclusión y Seguridad Social, que siguen ocultando la información clave para entender el impacto del cambio legal.

Los asesores de empresas de toda España, un colectivo que engloba a más de 70.000 graduados sociales, abogados, economistas, contables y gestores administrativos que ayudan a las empresas a desarrollar todos sus trámites fiscales y laborales, se preparan para arrancar este jueves 14 de marzo sus movilizaciónes contra los 'abusos' de la administración electrónica. Lo harán con una protesta histórica que podría suponer un serio quebradero de cabeza para la Seguridad Social, la Agencia Tributaria y el SEPE.

La Ley de Empleo impulsada por la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, a finales de la pasada Legislatura prometía un profundo cambio en la forma de buscar empleo, con un "acompañamiento y atención personalizada" a través del impulso definitivo de la figura de los orientadores laborales, una suerte de 'sherpas' encargados de acompañar a los parados en este camino. Un año después, esta revolución sigue sin arrancar lastrada por las malas condiciones laborales de sus protagonistas: un sector disperso y mal reconocido, cuyo desarrollo se ve lastrado por una financiación a través de subvenciones que contribuye a manener atrapados a estos profesionales en una rueda continua de precariedad.

Las empresas de trabajo temporal han encontrado la vía para moderar el golpe de la reforma laboral en una de las modalidades contractuales impulsadas por la propia norma: los fijos discontinuos. Pese a la ofensiva de la Inspección de Trabajo, su utilización no ha dejado de crecer, hasta el punto de que el 94% de los contratos de este tipo firmados en diciembre de 2023 lo realizó una ETT.

Incluso desde antes de su aprobación, las principales críticas a la reforma laboral se centraron en el impulso que daba a la figura de los contratos fijos discontinuos como alternativa a los temporales. Mientras la oposición y varios economistas lo consideraban solo un maquillaje estadístico para 'inflar' las ratios de empleo indefinido, para el Gobierno permitía el travase desde los puestos más precarios hacia trabajos de mayor calidad. Pero dos años después, esta modalidad ha convertido en una 'oveja negra' de la que el Ejecutivo reniega como un fracaso que mantiene a muchos trabajadores en la temporalidad.