Periodista. Escribo sobre el presente y el futuro del empleo.

La recuperación del mercado laboral en lo que va de año ha tenido impacto a la hora de reducir el número de beneficiarios de prestaciones por desempleo. Sin embargo, un análisis de los motivos que justifican su cobro revela que esto no se acompaña de una mejoría del la calidad del empleo.

El impacto de la automatización del empleo sigue acrecentándose tras la pandemia, y apunta a convertirse en una de los mayores riesgos para el empleo en los próximos años. España es uno de los países peor preparados para este desafío.

Un reciente estudio publicado por la Oficina Europea de Estadísticas sitúa a nuestro país a la cabeza del entorno europeo en lo que se refiere a las trabas para reconocer los títulos y las cualificaciones de los profesionales extranjeros extracomunitarios. Algo que parece estar perjudicando ahora a los refugiados ucranianos.

Las empresas españolas seguirán sin tener ninguna obligación legal de publicar los salarios en sus ofertas de vacantes de empleo, al menos durante los dos próximos años. Es el plazo que tiene España para transponer una directiva europea que ni siquiera ha recibido aún luz verde definitiva en Bruselas, ni se ha empezado a discutir con patronal y sindicatos.

El peso de los impuestos y cotizaciones sociales  hace que a muchos parados que cobran una prestación no les resulte rentable aceptar un nuevo trabajo. Este desincentivo recibe el nombre de 'trampa del desempleo' y en España supera no solo el nivel de la media de la UE y la zona euro, sino el de las grandes economías europeas: Reino Unido, Alemania, Francia e Italia. Pero también queda por delante de Estados Unidos o Japón.

Los cambios en el mercado de trabajo tras la pandemia y la aprobación de la reforma laboral no parecen haber hecho mella en el 'efecto desánimo', que en la primera mitad de 2022 se mantiene en niveles similares a los de 2019, según las Estadísticas del Servicio Público de Empleo Estatal.

El impulso a la transformación digital tras la pandemia ha provocado una auténtica guerra por el talento entre las empresas tecnológicas, un problema generalizado en el sector que afecta tanto a las grandes consultoras como a las startups.

Si algo demostró la pandemia es que la conciliación sigue siendo una de las asignaturas pendientes del mercado laboral español. En 2021, un año aún lastrado por las secuelas de la Covid 19, los cuidados y responsabilidades familiares llevaron a un 6% de las mujeres españolas entre 25 y 54 años a renunciar a buscar un empleo. Una tasa que multiplica por quince la de los hombres en la misma situación, que apenas llegó al 0,4%.

Las palabras de la presidenta del BCE, Christine Lagarde, señalando a la subida de los salarios como un factor que tensionará al alza la inflación no han tenido demasiado eco en el discurso del Gobierno español, que incluso parece haber renunciado a pedir un 'pacto de rentas' para contener la inflación.

La competencia entre los países europeos por captar talento ha entrado en una nueva fase. Mientras algunos presentan problemas para atraer trabajadores, otros empiezan a encontrarse con el contrario: retenerlos. Todo ello en un contexto en el que los flujos migratorios en el Viejo Continente aún no han recuperado la 'normalidad' previa a la pandemia.