Redactor de elEconomista
Política monetaria

La Reserva Federal estadounidense no va a cambiar su hoja de ruta prevista para 2024 en la reunión de esta semana, y mantendrá sus proyecciones de tres recortes de tipos este año a pesar de la sorpresa que ha dado la inflación durante el mes de febrero. En el gigante norteamericano el dato de IPC se resiste a caer hasta el objetivo de crecimiento de la Fed, algo que, según los analistas encuestados por Bloomberg, no va a impedir que el organismo continúe con su plan y baje tipos el próximo mes de junio por primera vez en este ciclo. El mercado, sin embargo, opina distinto, y ha llegado a retrasar su proyección para el primer recorte de tipos de junio a julio. La Fed despejará este miércoles las dudas al actualizar su propia proyección de tipos de interés.

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Las condiciones financieras en la zona euro van a suavizarse en los próximos años, a medida que el Banco Central Europeo (BCE) va recortando los tipos de interés. El consenso de analistas que recoge Bloomberg así lo espera, y coincide con los mercados de renta fija, que ahora descuentan el inicio del proceso de bajadas de tipos en la zona euro en la reunión del próximo mes de junio.

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A una semana de la reunión de marzo de la Reserva Federal estadounidense (Fed), en la que el organismo va a actualizar su cuadro de previsiones macroeconómicas y su guía de tipos de interés para el futuro (el gráfico de proyecciones conocido como dot plot, o gráfico de puntos), la publicación del dato de inflación de febrero en Estados Unidos ha dado una sorpresa desagradable a la Fed, y amenaza con retrasar el comienzo del recorte de tipos en Estados Unidos que se espera para junio. La lectura del dato de IPC el lunes y de los precios de producción el jueves, junto al dato de solicitudes de subsidio por desempleo, están pintando una fotografía complicada de cara a alcanzar el objetivo de inflación de la Fed. Ahora los inversores esperan 3 recortes de tipos de 25 puntos básicos en 2024, frente a las 4 bajadas que esperaban el lunes. Es más: para los mercados ya es más probable que haya 2 recortes este año que 4.

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La revisión del marco operativo del Banco Central Europeo (BCE) ha concluido, y el organismo ha anunciado nuevas medidas que encajan con las expectativas que mantenían muchos expertos. Lo más destacado del cambio del banco central es el ajuste de los tipos de interés que va a llevar a cabo, en septiembre de 2024, que reducirá el diferencial entre lo que paga el BCE a los bancos europeos por dejar su dinero aparcado en el banco central y lo que les cobra por el crédito. De este modo, el organismo pretende incentivar a los bancos a que acudan a sus operaciones de refinanciación para que tomen liquidez en su ventanilla y también tener un control más estrecho de los tipos de interés de corto plazo del mercado. El BCE mantiene sin cambios las operaciones de refinanciación y las TLTRO a 3 meses, así como las exigencias de capital mínimo a la banca, pero lanzará nuevas subastas de más largo plazo en los próximos años.

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La política monetaria se puede enfocar de muchas maneras y gestionar con herramientas muy diferentes. Los bancos centrales intentan mover la inflación en un sentido u otro endureciendo o suavizando las condiciones de financiación de sus economías, y para ello utilizan mecanismos que cambian en distintas jurisdicciones. En China se utilizan las reservas de capital exigidas a la banca, por ejemplo, frente a los tipos de interés de referencia que usan el Banco Central Europeo o la Reserva Federal. Estas herramientas han ido cambiando con el paso de los años, con innovaciones como los programas de compras de deuda o las operaciones de refinanciación a la banca y ahora ha llegado el momento de que el BCE explique, después del experimento de los últimos años de tipos negativos, qué mecanismos quiere utilizar en el futuro. Los analistas tienen claro algunos cambios que va a anunciar el organismo en esta revisión, un trabajo que se centrará en cómo ejecuta el BCE su política, y en qué herramientas utiliza, algo distinto a la revisión estratégica que llevó a cabo el organismo tras el Covid.

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Los tipos de interés negativos son un experimento que inventó el Banco de Japón en 2016 para impulsar a la inflación, y su estrategia fue seguida por otros bancos centrales, como el Banco Central Europeo (BCE) o el Banco de Suiza. En los últimos 8 años esta política monetaria tan poco ortodoxa ha estado siempre presente en alguna economía del planeta, pero todo parece indicar que su fin está ya a la vuelta de la esquina. El martes 19 de marzo se reúne el Banco de Japón (BoJ) y se espera que suba los tipos de interés por primera vez desde 2007, terminando así con una época histórica para la economía mundial, ya que es el último banco central que todavía utiliza los tipos negativos. Y no sólo eso: la estrategia de 'control de la curva' que también inventó el Banco de Japón hace 8 años se va a dejar de utilizar, otro cambio importante que afectará a los bonos japoneses, al yen, y puede terminar contagiándose al mercado de deuda mundial.

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La primera semana de marzo ha terminado con un cambio en las perspectivas de recortes de tipos de los inversores en Estados Unidos. La comparecencia de Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, ante el comité sobre la banda del Senado el miércoles y el jueves, ha dejado huella en el ánimo de los inversores. Después de dos días de comparecencia en la que Powell trató de mantener una postura neutral, los inversores han leído entre líneas y han interpretado el mensaje del presidente de la Fed como la confirmación de que la bajada de tipos está en camino en Estados Unidos. Los inversores han vuelto a descontar 4 recortes de tipos este año, una bajada más de las que la Fed proyecta en su gráfico de puntos, después de reconocer Powell que la Fed está "cerca de tener la confianza" de que su objetivo está cumplido.

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El Banco Central Europeo (BCE) sólo necesita un último empujón para dar comienzo el ciclo de recortes de tipos en la zona euro. En la reunión de esta semana, el mensaje de Christine Lagarde confirmó que el Consejo de Gobierno está a punto de cantar victoria. Las perspectivas de inflación para los próximos años son cada vez mejores, y por primera vez ya se espera que el IPC crezca al ritmo objetivo del BCE el año que viene. Sólo falta un detalle: los salarios, el último indicador que refleja cierto peligro, ya que es el elemento principal que alimenta el único dato de inflación que preocupa al BCE, el de inflación doméstica. En este sentido, sólo un día después de la reunión se ha publicado la última actualización del indicador salarial favorito de Philip Lane, economista jefe del organismo, y las señales son muy positivas: el crecimiento de la compensación por empleado se ha frenado hasta el 4,6% para el último trimestre de 2023, desde el 5,1% anterior.

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El Banco Central Europeo lleva meses encontrando argumentos para poder justificar que han conseguido cumplir con su objetivo. La inflación no es una variable que reaccione inmediatamente a los cambios de la política monetaria o fiscal, sino que tarda cierto tiempo en reaccionar a estas medidas. En este sentido, la subida de tipos más rápida de la historia parece que ha tenido éxito: el IPC se ha moderado mucho, pasando de superar el 12% a finales de 2022, hasta el entorno del 2,6% actual, y las proyecciones del propio BCE apuntan a que, el año que viene, ya se alcanzará el objetivo del 2%.

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El Banco Central Europeo (BCE) ha vuelto a cumplir con el guion previsto y ha mantenido este jueves el precio del dinero sin cambios. El BCE ha celebrado este cónclave con la vista ya puesta en el primer recorte, que llegará, presumiblemente, en verano ante la intensa caída en el ritmo de crecimiento de la inflación (o desinflación). Christine Lagarde, presidenta de la institución, ha señalado junio como la fecha clave para tomar una decisión sobre las bajadas, porque el BCE tendrá "más información en abril, pero mucha más" enntonces, en referencia a los precios, salarios y otros indicadores económicos.