Redactor de elEconomista.es. Aspirante a columnista que le acabó dedicando una tesis a la crónica. Todo sobre economía y mercados

El Banco de Japón (BoJ) ha procedido esta madrugada al 'cambio de era' que se esperaba desde hace tiempo. El banco central ha decretado su primera subida de tipos de interés desde 2007 poniendo fin a más de siete años de tipos en territorio negativo. El organismo ha decidido fijar el tipo de interés a un día como su nuevo tipo de interés oficial y orientarlo en una horquilla del 0%-0,1% tras permanecer el tipo clave estos años en el -0,1% desde la segunda mitad de 2016. Al mismo tiempo, se remunerará al 0,1% el exceso de reservas de los bancos aparcadas en el banco central: los saldos que las entidades mantenían depositados en el BoJ se venían remunerando al -0,1%. Dentro del cambio de paradigma, el BoJ también ha tomado otra medida de calado: eliminar formalmente el control de la curva de tipos, mecanismo que consistía en compras ilimitadas de bonos soberanos para fijar los rendimientos de estas notas dentro de un rango concreto. Pese a este trascendental giro en el banco central más acomodaticio, que las bolsas celebran con subidas, el yen cae con fuerza frente al dólar: los operadores venían descontando en los últimos días el movimiento y el BoJ ha puesto en duda nuevas subidas de tipos en el corto plazo.

Hay voces que ya cantan victoria, incluso dentro del Banco Central Europeo. La caída de la inflación y los brotes verdes en algunos puntos de la economía europea han llevado a que, por ejemplo, Yannis Stournaras, miembro del Consejo de Gobierno del BCE haya declarado que "el BCE ha logrado un aterrizaje suave" en la zona euro. Sin embargo, hay otros miembros de la institución que piden cautela, puesto que todavía no se han visto todas las consecuencias del impacto de la subida de tipos. Las insolvencias y el sector inmobiliario (sobre todo el comercial) podrían amenazar la 'calma' del aterrizaje suave que parece dominar en estos momentos la economía de la zona euro.

El informe oficial de empleo EEUU ha vuelto a dejar este viernes perplejos tanto a economistas como inversores, como viene ocurriendo casi a cada mes. En febrero se registraron 275.000 nuevas nóminas no agrícolas frente a las 200.000 que se esperaban. Sin embargo, el fuerte y sorprendente dato de enero, que destrozó todas las previsiones al superar las nóminas las 350.000, se ha revisado en 124.000 puestos a la baja, quedándose finalmente en 229.000. En la misma línea, el también fuerte dato de diciembre se ha revisado en 43.000 nóminas a la baja hasta las 290.000. Aunque estas cifras por encima de 200.000 son altas en la comparativa histórica y muestran que la contratación sigue resistiendo, las revisiones quitan algo de presión tras llegar a barruntarse un recalentamiento de la economía que haría a la Reserva Federal seguir persistiendo con unos tipos de interés altos para mantener alejado al dañino espectro de la inflación.

La irrupción de los coches eléctricos chinos en Europa es ya una realidad. De hecho, lleva tiempo siendo algo visible en las calles de las grandes ciudades europeas. Sin embargo, hay un hecho, que pese a ser más anecdótico que otra cosa, deja entrever lo que puede estar por llegar. Como si del desembarco de Normandía se tratase (pero esta vez a la inversa, puesto que el desembarco es en Alemania en lugar de en Francia... y con 'soldados' que vienen de la 'nueva' potencia mundial: China, en lugar de EEUU), hace pocas semanas atracó un buque gigante de la marca china BYD, rebosante con miles de automóviles de la misma marca, en el puerto alemán de Bremerhaven. El desembarco se produjo en el corazón industrial de Europa, en el país que ha sido el sello de calidad de los coches del Viejo Continente. La invasión del coche eléctrico chino ha llegado y sus 'soldados' están ya en tierra. El convoy que se divisa en el fondo da una magnitud de la batalla: hay decenas de estos megabuques en proyecto.

Alemania sigue mostrando una notable debilidad económica. El cuadro general apenas ha cambiado y el mejor resumen sigue siendo un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) plano desde justo antes de la pandemia. Sin embargo, los pequeños destellos de luz vistos en algunos datos macroeconómicos publicados esta semana han hecho despertar algunas esperanzas de que la situación puede cambiar. La mayoría de los analistas avisa, sin embargo, de que estas cifras pueden evidenciar que se ha tocado fondo en algunos sectores especialmente maltrechos, como la tradicionalmente poderosa industria alemana; pero en ningún caso hacen prever una incipiente recuperación. La habitualmente locomotora económica del Viejo Continente no tendrá fácil volverse a quitar -más de 20 años después- el sambenito de 'hombre enfermo' de Europa.

POLÍTICA MONETARIA

El Banco Central Europeo (BCE) ha vuelto a cumplir con el guion previsto y ha mantenido este jueves el precio del dinero sin cambios. El BCE ha celebrado este cónclave con la vista ya puesta en el primer recorte, que llegará, presumiblemente, en verano ante la intensa caída en el ritmo de crecimiento de la inflación (o desinflación). Christine Lagarde, presidenta de la institución, ha señalado junio como la fecha clave para tomar una decisión sobre las bajadas, porque el BCE tendrá "más información en abril, pero mucha más" enntonces, en referencia a los precios, salarios y otros indicadores económicos.

Los datos comerciales de China comenzaron el año con una nota relativamente alentadora, ya que tanto las exportaciones como las importaciones superaron las expectativas del mercado. Este pequeño rayo de luz redobla las esperanzas de que los recientes estímulos anunciados por el Gobierno chino se estén empezando a notar y el gigante asiático consiga despertar de su letargo económico tras la difícil salida de la pandemia. Sin embargo, los expertos avisan de que estos datos se ven afectados por el efecto base (la comparativa es con las débiles cifras de hace un año) y de que las perspectivas no son las más halagüeñas. Como se suele decir en el mundo económico, estos indicadores pueden suponer un falso amanecer: fenómeno en el que el sol parece haber salido, pero en realidad todavía está a cierta distancia por debajo del horizonte.

Otro felino anda suelto en la espesura de la economía mundial. Si durante décadas se ha hablado de los tigres asiáticos para referirse a las economías del este del continente que experimentaron una rápida industrialización a partir de los 60 y mantuvieron tasas de crecimiento excepcionalmente altas, ahora aparecido un jaguar en Centroamérica. Así es como denominan los economistas de Bank of America (BofA) a la revelación económica de América Latina, una Costa Rica que puede presumir de un enigma para los tiempos que corren: unas elevadas tasas de crecimiento combinadas no con una baja inflación, sino con deflación. Todo lo contrario de la siempre temida estanflación.

La economía de Europa suele ser la diana favorita de los analistas económicos. Un crecimiento bajo, elevado desempleo estructural (en comparación con EEUU), alto endeudamiento, ausencia de innovación, baja productividad... la lista es interminable. Además, la crisis del covid hundió la economía del euro un 6,1%, frente al 2,8% de la caída que sufrió EEUU. Para colmo, después de caer el doble durante la crisis, la recuperación ha sido más vigorosa en EEUU que en la zona euro o, al menos, eso es lo que parece. Sin embargo, existe otra Europa, más allá de Alemania (que suele centrar todos los focos, para bien o para mal), una Europa que pasa desapercibida, pero que está disfrutando de una recuperación económica notable, con un crecimiento del PIB elevado y fuerte creación de empleo.

La inflación siguió relajándose en la eurozona en febrero. El Índice de Precios al Consumo (IPC) conjunto de las economías del euro desaceleró de un crecimiento interanual del 2,8% en enero a un 2,6% el mes pasado, según los datos publicados este viernes por Eurostat. Aunque la lectura es la más baja desde el 2,4% registrado en noviembre, supera el 2,5% que vaticinaban los analistas. Por su parte, el IPC subyacente (excluyendo energía, alimentos, alcohol y tabaco), retrocede del 3,3% al 3,1%, el dato más bajo desde marzo de 2022 (mínimo de 23 meses). Al igual que con la tasa general, el descenso es menor del anticipado por el consenso de economistas, que apostaban por un 2,9%. Esta desaceleración más suave de lo aventurado apuntala la calma que está mostrando el Banco Central Europeo (BCE) ante posibles bajadas de los tipos de interés.