Opinión

La legislatura complica la 'dulce decadencia' económica

Puigdemont emula a San Jordi para liberar a Cataluña frente a Pedro Sánchez y Salvador Illa. PV
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La legislatura se complica. La suspensión de los Presupuestos para 2024 es una muestra palmaria de las dificultades del Gobierno para sacar adelante sus propuestas legislativas. Y lo peor es que la suerte de Sánchez corre el riesgo de empeorar. Los resultados electorales en el País Vasco, en Cataluña y en la UE amenazan con dejarlo en una situación de debilidad. Y todo ello en vísperas de la entrada en vigor de unas reglas fiscales, que obligan a ajustes del gasto, y en espera de la formación de una nueva Comisión Europea, ante la que Sánchez ha perdido la credibilidad de antaño por la situación interna.

En Bruselas y en Alemania existe preocupación por la economía española, aunque no puedan expresarlo abiertamente, según el sentimiento pulsado por elEconomista. Desconfían de su solidez, porque está basada en elementos efímeros ó distorsionados, como los fijos discontinuos, y tiene encima la espada de Damocles de un déficit y una deuda muy altos, sin una hoja de ruta para reconducirlos.

El cambio de signo de la legistura pone al descubierto tres grandes mentiras sobre la economía

La economía va bien, el empleo está en récord y las previsiones de los analistas, incluido el Banco de España, no hacen más que mejorar. Sin embargo, no todo lo que reluce es oro. ¿Y si todo va tan bien porqué la renta per capita de los españoles, es decir, está a la cola de Europa y su productividad no despega? Porque detrás de estos datos, hay tres grandes mentiras por desmontar.

1.-Los españoles vivimos mejor que nunca. No es cierto, porque hoy en día, la brecha entre el PIB per cápita español y es similar al de la media europea existente en 1975, momento de la llegada de la democracia. Es decir, que la integración en la UE no ha servido para aproximar nuestro nivel de vida al del resto del continente, pese a que el año que pronto se cumplirá ya medio siglo.

2.-España encabeza el crecimiento en Europa. Tampoco es como dice el Gobierno, porque si al Producto Interior Bruto (PIB) se le resta la inflación, que es la manera de hallar el crecimiento real, el dato registrado es -2,7%. Somos, además, los únicos junto a Islandia que arrojamos una cifra negativa de PIB real en el período 2019 a 2022.

Los buenos datos, que presume el Gobierno, se sustentan a tres factores temporales: la inversión público, el paquete antiinflación y los fondos Next Generation. "El consumo público se habría situado en un nivel muy próximo al máximo histórico, que alcanzó en 2009, con un incremento del 3,8% en términos reales, frente al 2,2 previsto", advierte el Banco de España. Hay que recordar que sólo el plan de medidas PSOE-Sumar para la legislatura tiene un coste de 100.000 millones, el 7,8% del PIB.

3.-Tampoco es verdad que seamos los que más empleo creamos de Europa, porque si tenemos en cuenta que la reforma laboral de Yolanda Díaz transformó alrededor de 750.000 parados en fijos discontinuos, independientemente de si están trabajando o no, y descontamos esa cifra, el número de parados superaría los tres millones.

La economía genera puestos de trabajo a una tasa que duplica la de su crecimiento. ¿Cómo puede ser esto, cuando la inversión empresarial tanto en bienes de equipo como en bienes de consumo está de capa caída? Volvamos otra vez al falso efecto de los fijos discontinuos. Se crea empleo muy poco productivo, que trabaja a temporadas, lo que se traduce en un reparto del trabajo y en un deterioro de la productividad, que está plana desde hace más de dos décadas. Con empleo de calidad, el impacto sobre el crecimiento hubiera sido mucho mayor. Es la tercera mentira.

Con una renta per cápita congelada, un crecimiento débil y un empleo precario. ¿Qué podemos esperar en los próximos años? Nada bueno. Estos tres factores tienen su reflejo en una caída de la inversión empresarial y en un incremento de los desajuste públicos, que se convertirá en un problema irresoluble a final de la década.

El último informe del Banco España publicado alerta de que "la formación bruta de capital fijo tuvo una caída del 2% en el cuarto trimestre de 2023". La peor parte es la industria, que ya sólo representa el 12% del PIB, con un retroceso del 4,8% en maquinaria y bienes de equipo.

El Banco de España lo atribuye a la desconfianza empresarial. Un informe similar de la consultora Free Market cita cuatro factores preocupantes. La subida de los impuestos ya sean existentes, nuevos ó temporales, junto a la insistencia en gravar a las grandes fortunas, cuando sus ingresos son irrelevantes para financiar el gasto público. El cóctel fiscal es explosivo si añadimos que el alza de los tipos golpea la renta de las familias y encarece la financiación empresarial.

El segundo elemento es la rigidez del mercado laboral. A la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) ó las dificultades de las empresas para descolgarse de los convenios, se suma la negociación para bajar sí o sí la jornada laboral a 37,5 horas semanales.

La retórica antiempresarial del Gobierno, junto a medidas intervencionistas, que incluye la entrada en el capital de empresas como Telefónica ó la reciente creación de una farmacéutica pública, incentivan las deslocalizaciones (véase el caso Ferrovial) y hunden la inversión extranjera. Sufre una caída superior al 20% en el último semestre de 2023.

Con un alza de los impuestos y de los costes laborales y financieros y un clima hostil para el desarrollo de la actividad, ¿Quién va a invertir en España? Es mejor importar productos chinos baratos en lugar de asentar aquí la producción, desde vehículos hasta bienes de consumo indispensables.

Hay un cuarto elemento más preocupante. Un gasto público desbocado que pone en riesgo el complimiento de los niveles de déficit y de deuda en vísperas de la restauración de las reglas fiscales. Lo único que nos puede salvar es que éstas son bastante laxas y otorgan un margen de varios años.

El titular de Economía, Carlos Cuerpo, recibió varios tirones de orejas en los últimos días. El viernes, 10 de marzo, los ministros europeos le pidieron un esfuerzo adicional para cumplir con las reglas fiscales; el martes, el gobernador, Pablo Hernández de Cos, alertaba de que cuando se acaben los fondos Next Generation y se retiren las medidas contra la inflación, "el aumento del consumo público supondrá una presión adicional para las cuentas públicas, y reafirmaría la necesidad de acometer un proceso riguroso de consolidación fiscal de nuestro país". Y el miércoles, la UE le volvía a dar un toque para que "reduzca sus altos niveles de deuda y de déficit", a la par que insistía en que presente "un plan de consolidación creíble".

Claro, que no hay peor sordo, que el que no quiere oír. La presión es tan alta, que Cuerpo tuvo que negociar una prórroga, porque el último tramo de 10.000 millones de los fondos Next Generation está en juego por el incumplimiento de reformas, como las del subsidio de desempleo, por Díaz.

La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) cree que el déficit público se consolidará por encima del 3% hasta finales de la década y la deuda conquistará porcentajes superiores al 110% del PIB desde 2028, el año de la jubilación masiva de los baby boomers. Pero el Gobierno sigue a lo suyo, como si la cosa no fuera con él. El único dato positivo es la inflación, que está dando un respiro a los hogares y favorece el consumo, el gran pilar económico en los próximos meses.

La implicación en el caso Koldo de personas próximas a Sánchez y a Illa inquieta al PSOE

En este sentido, la suspensión de los Presupuesto de 2024, debido al adelanto electoral de Cataluña, se convierte en una buena noticia porque supondría un recorte automático del gasto de unos 7.000 millones, que la vicepresidenta Montero se negaba de otra manera a aplicar. La cifra servirá para alcanzar el déficit del 3% comprometido con Bruselas. Asimismo, aleja las presiones de Sumar para introducir más medidas hostiles para el mundo empresarial, como la reducción de jornada ya comentada, el incremento de las plusvalías del capital ó la aprobación de más subvenciones a actividades improductivas. Incluso podría poner fin al impuestazo a eléctricas y bancos. Pero aún es pronto para cantar victoria.

El caso Koldo abre un frente inesperado por la implicación de personas muy próximas al ámbito personal del presidente, así como la creencia de que puede afectar al candidato del PSC, Salvador Illa. Un escenario de consecuencias y alcances imprevisibles, y que indudablemente detorioran al Ejecutivo. La dulce decadencia económica se puede complica, pero que nadie espere un desplome de la economía.

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