Decano de la Escuela de Economía de la Universidad Fudan y Director del Centro Chino de Estudios Económicos

En tanto China lidia con inmensos desafíos -entre ellos, la implosión del sector inmobiliario, una demografía desfavorable y una desaceleración del crecimiento-, las dudas sobre el futuro del motor de crecimiento más grande del mundo se intensifican. Si a eso le sumamos el ascenso geopolítico de China, junto con el agravamiento de las tensiones con Estados Unidos, la necesidad de entender la economía política de China se está volviendo más urgente que nunca.

La narrativa de que la economía china se acerca a su máximo crecimiento -o de que ya lo ha hecho- se ha asentado en los medios occidentales. Sin embargo, si se leen con atención estos análisis, se encontrará que muchas de las razones que utilizan para sus sombrías evaluaciones no tienen nada de nuevo. Por el contrario, tienden a destacar los mismos retos a los que han recurrido economistas y comentaristas por más de una década. Si China no estaba tropezando entonces, ¿por qué tendríamos que creer que lo está haciendo hoy?

En los últimos años se ha tornado cada vez más evidente que China ha comenzado a alejarse de su modelo de desarrollo económico impulsado por las exportaciones para adoptar una estrategia de "circulación interna" que hace hincapié en la expansión de la demanda doméstica. Si bien esto pareciera ser un paso natural, crear un mercado doméstico lo suficientemente grande para un país de 1.400 millones de habitantes ha demostrado ser un enfoque más complicado de lo que muchos economistas y analistas anticipaban.

La demanda agregada en China se ha debilitado de forma significativa estos últimos tres años. Además de los efectos, que aún duran, de la política china contra la Covid, pero también opera como un freno la disminución de la demanda global. Las exportaciones registraron en julio una caída interanual del 14,5%, que hace un marcado contraste con el pujante 17,2% de crecimiento que tuvieron en julio de 2022. Con estas presiones a la baja, la decisión del gobierno de no anunciar un paquete de estímulo a gran escala (como muchos habían previsto) desconcierta a los observadores chinos y extranjeros.

El fuerte rebote del crecimiento, tan esperado después de que China pusiera fin a su política de COVID cero, aún no se materializa. Esto es, a la vez, menos sorprendente y más fácil de entender de lo que muchos comentaristas parecen creer.

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