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'Tressis Cartera Eco30': una selección sistemática para doblar la inversión cada década

Firma: iStock.

Desde que comencé a trabajar en prensa financiera he creído en dos cosas: en la selección sistemática de ideas de calidad y la auditoria de cómo evoluciona lo que decimos los periódicos a nuestros lectores que deberían tener en sus carteras. Ya hace dos décadas, en Expansión, traté de desmontar la vieja habladuría de la cartera del mono, puesta en marcha por Wall Street Journal, y que consistía en que un primate lanzando dardos al azar para seleccionar compañías sobre las páginas de cotizaciones del diario construiría una estrategia que batiría a la de los profesionales.

El problema es que el primer año se consiguió, y se creó un mito que había que destruir periodísticamente. De ahí nació la Cartera de Consenso, que con la aparición de elEconomista.es se convirtió en el Eco10 Stoxx -el índice de ideas de inversión de calidad de la bolsa española construido por el mayor consenso de mercado-, que ha servido para validar empíricamente la loca historia del mono.

Fue el principio de un proceso de madurez que se ha ido gestionando en elEconomista.es, a lo largo de dieciocho años de historia, que alcanzó un hito histórico con la aprobación por parte de la CNMV para asesorar el primer fondo nacido de la elección de compañías cotizadas hecha por un medio de comunicación. Tressis Cartera Eco30 es una selección sistemática, por fundamentales, de valores internacionales de calidad con la idea de construir una cartera que logre una rentabilidad anualizada del 7%. La idea germinal es que el análisis, la selección, la paciencia y, sobre todo, el interés compuesto deben permitir duplicar el patrimonio cada década si se alcanza el 7% anualizado.

La cartera se sustenta en una selección equilibrada sectorial, en la que ninguno de ellos pueda contar con más de cuatro representantes, que ofrezca en conjunto unos ratios de crecimiento atractivos, comprados a multiplicadores de beneficios y valoración muy inferiores a los de la media del mercado. En ningún caso se trata de comprar títulos que estén simplemente baratos: el objetivo es tratar de incorporar historias atractivas, con catalizadores, a precios razonables, y con unos niveles de deuda razonables.

Cinco años después de su arranque es momento de repasar la intrahistoria de un proyecto que corrobora que uno de los pilares de la prensa es ser un servicio a la sociedad. El punto de partida fue el índice Eco30 Stoxx, de cuya historia la fedataria ha sido la periodista de elEconomista.es Cristina García, que la bolsa alemana empezó a calcular en 2012, y que en casi once años acumula una rentabilidad del 118%.

En 2016, un capital inversor francés me propuso construir un vehículo con las ideas con las que veníamos construyendo en el Eco30. Cuando estaba casi convencido de que mi carrera profesional iba a dar un giro copernicano, Alfonso de Salas, como portavoz de esa Santísima Trinidad que fundó elEconomista.es, junto a Juan González y Gregorio Peña -nuestro actual presidente editor e indiscutible responsable de haber puesto Ecoprensa en números negros-, me convenció de que el fondo lo íbamos a sacar en elEconomista.es.

Empezó un proceloso proceso en el que primero hubo que convencer a una gestora para poner en marcha el proyecto, y fue José Miguel Maté, consejero delegado de Tressis, quien desde el primer momento mostró convicción de sacarlo adelante. Suyas fueron aquellas primeras conversaciones en la CNMV con Antonio Moreno, una de las personas que más ha hecho por mejorar la integridad y transparencia del mercado de valores, y que se nos marchó convencido de que no hay nada más honesto que las recomendaciones que genera un medio de comunicación especializado en mercados se convirtieran en un producto de inversión. Con el fallecimiento de Antonio continuamos Jacobo Blanquer, responsable de la gestora de Tressis, y yo mismo el proceso de supervisión de la CNMV, que vio luz verde en septiembre de 2018.

El fondo ha alcanzado en cinco años una rentabilidad anualizada del 6,74%, y lo ha hecho en el peor momento que se pueda pensar para la aprobación de un fondo de inversión: finales de 2018.

Los últimos meses de aquel año fueron terroríficos, con un desplome que nos hizo retroceder un 6,28%. Mientras se hundía Wall Street, en la Nochebuena de aquel año, barruntaba que después de tanto esfuerzo era cruel morir en la orilla. Pero llegó 2019 y, después de un año de ir sumando todas las 'f' que dicen los americanos que emprenden (familia, amigos y adeptos) para alcanzar los mínimos de la inversión colectiva, firmamos un 20,3%.

No puedo olvidar en este arranque el bypass que hizo Carlos Aso, consejero delegado de Andbank, que, en una muestra también de convicción en que un proyecto intelectual debía tener la vida de un producto de inversión, permitió al fondo sobrepasar los 3 millones de inversión mínima que exige la inversión colectiva.

Y en 2020 llegó la Covid -supongo que será el mejor momento que tendrá un partícipe para entrar en el fondo-, y tras la mayor volatilidad que se pueda imaginar, la Cartera Eco30 cerró con un -6,77%. La maldición del año par se atenuó mucho por la calidad de la cartera y el milagro de la Almudena el 9 de noviembre con la vacuna de Pfizer. La reconstrucción del valor en cartera y la bonanza del año impar dejó en 2021 el mejor ejercicio hasta ahora de Tressis Cartera Eco30 con un 22,96% de rentabilidad para dar paso al que considero mejor año del fondo aún con pérdidas. 2022 fue un año nefasto para la bolsa y dantesco para la renta fija, pero el resultado de la cartera fue un -4,25% pese a la invasión de Ucrania y la descontrolada hiperinflación.

A 2023 le queda un cuarto del año y el saldo anual hasta septiembre se va a un 12%. Nadie sabemos si la maldición de los años pares y la bonanza de los impares acabará en aforismo bursátil, pero lo que sí sabemos es que el largo plazo resuelve la ecuación del éxito.

A día de hoy, en la cartera que asesora elEconomista.es en el fondo de inversión Tressis Cartera Eco30, los beneficios que se compran en los precios actuales generan una expectativa de rentabilidad anualizada para los próximos años de más del 9%. Porcentaje al que hay que sumar el cobro de dividendos en cartera con una rentabilidad media del 4%. Nueve puntos son suficiente prima de riesgo para que no todo el dinero se refugie en la seguridad de los bonos. Un colchón de seguridad sobre el que seguir construyendo esa filosofía de alcanzar un 7% de rentabilidad anualizada en el largo plazo. Y que, además, resuelve la pregunta que nunca sé responder: ¿cuál es el mejor momento de entrar? La respuesta fácil es decir siempre que el mejor momento para entrar fue ayer; la que aconseja el sentido común, hacer aportaciones periodificadas; y la mía más particular, entrar siempre que haya caídas en mercado.

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