Economista jefe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura)

Todos los españoles recuerdan cuando, en una transmisión en vivo por televisión, el presidente del Gobierno no supo cuánto valía “un café en la calle" allá por el 2007. Una pregunta aparentemente sencilla que, en realidad, encierra conceptos ocultos que hacen que nadie conozca el verdadero coste de los alimentos que consumimos a diario.

Las mujeres rurales, una cuarta parte de la población mundial, son madres que alimentan a sus hijos, son agricultoras, son asalariadas y empresarias que labran la tierra, plantan las semillas y crían animales que nutren a naciones enteras. En muchas partes del mundo, son ellas las que más luchan contra la malnutrición de sus hijos, la sequía y el cambio climático, y a favor de la preservación de los ecosistemas, la biodiversidad y del patrimonio genético mundial.

Más de 828 millones de personas en todo el mundo pasaron hambre en 2021 y, en vista de las dinámicas actuales, resulta cada vez más complicado alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2030, y en especial el objetivo 2, poner fin al hambre, y a su vez alcanzar la meta 1.5, o sea fomentar la resiliencia de los pobres y las personas que se encuentran en situaciones vulnerables y reducir su exposición y vulnerabilidad a los fenómenos extremos relacionados con el clima y a otros desastres económicos, sociales y ambientales para 2030.

La población mundial, que supera hoy los 8.000 millones de personas, y los retos ambientales desafían nuestra capacidad de garantizar el derecho universal a la alimentación de manera sostenible. La FAO traza el camino a seguir.

Las tecnologías de automatización digital del sector primario ofrecen posibilidades de mejorar la productividad y la resiliencia de los sistemas alimentarios, abordando al mismo tiempo los problemas relacionados con la sostenibilidad ambiental causados por la mecanización en el pasado.

Opinión

Si en 2022 hemos asistido a un problema de acceso de los países más vulnerables a los alimentos en cantidad y calidad adecuadas para llevar una vida saludable, a causa de la pobreza, ahora, asistimos a una crisis distinta, en la que el problema, en 2023, podría pasar a ser además de disponibilidad, es decir a nivel de la producción, principalmente a causa del incremento de los precios de los fertilizantes.

Según los cálculos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la guerra en Ucrania podría elevar el número de personas que padecerán hambre en 13,1 millones con respecto a un escenario base ya creciente como consecuencia de la Covid 19. Ante esta crisis alimentaria, los gobiernos no pueden esperar; es preciso actuar urgentemente en búsqueda de soluciones eficaces.

Según el índice de precios de los alimentos de FAO, estamos en niveles máximos desde el año 2011: los cereales en el último año han subido un 13% a nivel global, la carne un 17%, el azúcar un 20% y los aceites vegetales han llegado a subir hasta un 34% en un solo año, y, si nos remontamos a hace 18 meses, los precios de los alimentos se han incrementado un 34% a nivel mundial.

La FAO acaba de publicar el último informe sobre el Estado mundial de la agricultura y la alimentación (SOFA 2021). Se trata de la principal publicación anual de la FAO y tiene como objetivo hacer llegar a una audiencia lo más amplia posible evaluaciones de base científica sobre cuestiones fundamentales para la alimentación y el sector agroalimentario, pesquero, acuícola y forestal. Cada edición del informe incluye un panorama exhaustivo, aunque fácilmente accesible, de un tema concreto de gran importancia para el desarrollo rural, agrícola y pesquero, así como para la seguridad alimentaria mundial.

Hay 1.800 millones de personas entre los 10 y los 24 años en el mundo, en distintos contextos y condiciones, presentando una gran diversidad de problemáticas, potencialidades, sueños y expectativas.