Economía

Las mujeres se llevan los peores empleos creados tras la reforma laboral

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en el Senado.Foto: EP

La reforma laboral ha supuesto una revolución en la calidad de los puestos de trabajo, con una caída de casi 15 puntos en la temporalidad de los asalariados. Pero no se puede decir lo mismo si lo analizamos desde la perspectiva de la brecha de género: aunque las mujeres acumulan el 52% de todos los empleos creados desde la entrada en vigor de la norma, solo suman un tercio de los nuevos empleos indefinidos mientras suman la mayoría de los que se firman a tiempo parcial y fijos discontinuos. Lo más sorprendente es que su peso relativo en la temporalidad del empleo ha aumentado 7 puntos porcentuales.

Los datos de afiliación al Régimen General de la Seguridad Social, que engloba a la mayoría de los asalariados afectados directamente por el cambio legal, indican que las ratios de temporalidad y empleo indefinido en cada género han mejorado en estos dos años, pero no lo han hecho al mismo ritmo, con lo cual las diferencias se mantienen y, en algunos casos, se acentúan.

Así, el porcentaje de asalariadas con empleos temporal ha retrocedido en 14,5 puntos, hasta el 15,39%. La de los hombres ha caído en 15,9 puntos, pero se sitúa en los 10,17%. En el extremo contrario, el peso del empleo indefinido a tiempo completo entre las mujeres ha aumentado en 5,71 puntos, hasta el 46,7%. Pero en los hombres ha subido en 10,3 puntos, casi el doble, hasta alcanzar el 69,7% de los asalariados varones

Si en lugar de analizar la calidad de los trabajos por separado para cada género, estudiamos cómo se han repartido la creación de empleo tras la reforma laboral, lo ocurrido queda más claro. Entre diciembre de 2021 y febrero de 2024 el Régimen General sumó 9970.845 asalariados medios, cifra que resulta de sumar 2,97 millones de indefinidos y restar 2,2 millones de temporales. A esta cifra hay que sumarle otros 204.000 asalariados que no entran en ninguna de ambas categorías (en su mayoría empleados públicos).

Las mujeres suponen el 52% de esta creación neta de empleo, pero si analizamos los tipos de contrato nos encontramos con una gran diferencia. Ellas solo aportan el 36% de los nuevos indefinidos a tiempo completo, mientras recibieron el 64,1% de los firmados a tiempo parcial y el 53,4% de los fijos discontinuos.

Es decir: las mujeres se han llevado los peores empleos creados tras la reforma laboral. Pero la derivada va más allá, ya que este desigual reparto de la mejora del empleo se traduce en que las brechas de género en el reparto de la calidad del empleo siguen prácticamente inalteradas. Como consecuencia, a pesar del aumento del empleo indefinido, las mujeres siguen acumulando los de peor calidad.

Así, en febrero de 2024 representaban el 38% de los asalariados fijos a tiempo completo y el 68% de los que son a tiempo parcial, porcentajes muy similares a los que registraban antes de la reforma. Sin embargo, en el caso de los fijos discontinuos han retrocedido, pasando del 65% al 53%. Algo que se explica porque esta modalidad se ha ampliado a sectores en los que las mujeres están infrarrepresentadas.

Mayor peso en la temporalidad

Aunque más sorprendente todavía es lo ocurrido con la temporalidad. El desplome histórico en los contratos eventuales (2,2 millones) tampoco se ha repartido de la misma forma según el género. Las mujeres los han recortado en 1 millón, los hombres en 1,2 millones. Esta diferencia tiene un sorprendente efecto estadístico: las mujeres han pasado de suponer el 51,9% del empleo temporal a cierre de 2021 al 58,9% en febrero de 2022.

Estos datos rebaten muchas de las afirmaciones de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, sobre el impacto de género de la reforma laboral. La líder de Sumar ha defendido que sus efectos benefician especialmente a las mujeres, pero los datos revelan que, aunque la estabilidad de sus empleos haya mejorado, la de los de los varones lo ha hecho mucho más. Ellos acumulan el mayor peso en los puestos considerados de calidad (los indefinidos a tiempo completo) creados en la reforma: un 63,3% frente al 36,7% de las mujeres.

Se puede objetar que la norma pactada por el Gobierno, patronales y sindicatos no tenía como objeto específico reducir la brecha de género, sino la tasa de temporalidad. Pero desde luego no ha contribuido a reducir una brecha de carácter endémico. Lo mismo se puede decir de otras medidas dirigidas específicamente a este objetivo, como el impulso a los planes de igualdad en las empresas o las subidas del SMI.

Ni siquiera el mayor peso de la mujer en el empleo creado desde la reforma puede considerarse u efecto directo de la misma, sino a la creciente incorporación de la mujer en el mercado laboral, una tendencia continua en los últimos veinte años, pero que, como muestran las estadísticas, les sigue llevando a los puestos de peor calidad.

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