Economía

La reforma laboral de Díaz pincha en 'hueso' con la Gran Rotación española

Un año y medio después de su aprobación, la reforma laboral arroja un saldo claramente positivo si analizamos la mayoría de las estadísticas que se utilizan para medir la calidad del mercado de trabajo en España. Aunque existe una excepción: el volumen de trabajadores que abandonan o comienzan un empleo cada trimestre. Son las dos caras de una 'Gran Rotación' que España sigue liderando en la Unión Europea, sin que parezca haberse atenuado con la norma impulsada por Yolanda Díaz.

Según los datos de la Encuesta de Fuerza Laboral (LFS por sus siglas en inglés) del primer trimestre publicados por Eurostat hace unos días, el 6,1% de los trabajadores españoles se ha incorporado a un nuevo puesto en los últimos tres meses, la tercera tasa más alta de la Unión Europea tras Finlandia y Dinamarca.

A priori, que España tenga un porcentaje de trabajadores recién incorporados equivalente a la de los países nórdicos parece una buena noticia, y apunta a un mercado laboral especialmente dinámico en el que los trabajadores cambian de trabajo con facilidad.

El problema llega cuando comparamos este dato con su reverso: aquellos que han dejado de trabajar en los últimos tres meses. Aquí el porcentaje es algo menor, un 5,3%, pero es con creces el más elevado de la Unión Europea, cuya media es el 2,3%. Además, supera en una décima al dato registrado en el arranque de 2021, cuando la reforma laboral apenas había empezado a andar.

No es ninguna novedad que nuestro país lidere esta tasa a nivel europeo, ya que sigue manteniendo la temporalidad más alta de la Unión Europea después de la de Países Bajos. Aunque la comparativa con el mercado laboral holandés es pertinente, precisamente, porque su tasa de recién incorporados y recién desempleados es, respetivamente, del 5,8% y del 0,5%.

Es decir: la intensidad de las entradas de trabajadores en las empresas es comparable a España, pero la proporción de salidas es diez veces inferior. Esto apunta a que existen factores que explican la volatilidad de los trabajos en nuestro país más allá de la temporalidad de los empleos.

Pero lo más llamativo es que no haya una mejoría de este indicador de rotación laboral en el primer ejercicio de una reforma del Estatuto de los Trabajadores que logra, precisamente, reducir la tasa de temporalidad del empleo España en diez puntos y que los contratos eventuales pasen de suponer el 90% de los firmados cada mes a una media del 55%. Aunque la reforma también parece haber tenido efectos positivos en otros indicadores de precariedad laboral, como el subempleo.

Aunque buena parte de estos resultados pueden achacarse a un dinamismo de la actividad que crea empleo a un ritmo mucho mayor del previsto, sin verse resentido por la coyuntura económica y política ni decisiones como la subida del SMI, los datos de rotación laboral plantean serias preguntas acerca de si esta evolución tiene recorrido a medio y largo plazo, como sostiene Trabajo o está tocando techo e incluso podría revertirse parcialmente si la coyuntura empeora.

Aumentan los empleados (y desempleados) rotatorios

En este sentido, el hecho es que la evolución de las tasas, que ni siquiera se reducen pese al aumento de la ocupación sobre el que se compara, nos lleva a analizar con mayor detalle las cifras absolutas. Y es que los trabajadores que se incorporaron a un empleo en los tres meses anteriores a participar a la encuesta de Eurostat fueron 1,25 millones, un 5,5% menos que un año antes, mientras que aquellos que lo abandonaron en el mismo periodo fueron 1,09 millones, un 3,6% más.

Los datos de Eurostat no coinciden exactamente con los de la Estadística de Flujos de la EPA que publica el INE sobre las personas que pasan de la ocupación a la inactividad o el paro y viceversa, si bien no coinciden plenamente. El INE recoge 1,1 millones de personas que entran a la ocupación (150.000 menos que Bruselas) y 1,14 que salen de ella (55.000 más).

En cualquier caso, la rotación en el arranque de 2023 registra un comportamiento similar al de los tres ejercicios previos a la pandemia, cuando la crisis financiera se daba por superada, algo que abunda en la idea de que el efecto de la reforma laboral ha sido, cuando menos, neutro. De hecho, se puede afirmar que el comportamiento de la rotación es el mismo ahora que antes de 2020.

Una de las claves de este comportamiento puede estar en el comportamiento de los despidos y ceses tras la reforma laboral. Los despidos están alcanzando niveles récord, igual que las extinciones por no superar el periodo de prueba. También las bajas de los indefinidos fijos discontinuos que han pasado a la inactividad.

A diferencia de lo que ocurre en los datos de paro registrado que publica el SEPE, los de la Encuesta de Población Activa y la LFS europea sí pueden incluir a estos contratados que no trabajan tanto en la categoría de desempleados como en la de inactivos, según el tiempo que lleven en esta situación y si busquen otro trabajo o no. En cualquier caso, los datos de rotación no están detallados por tipo de contrato, con lo cual no es posible sacar conclusiones claras.

A falta de información más detallada sobre los contratos y situación profesional de estos trabajadores rotatorios, lo que parece innegable es que en el mercado laboral español persiste una forma de 'precariedad estructural' en la que los cambios legales no terminan de hacer mella. Una cuestión que, seguramente, habrá que analizar en profundidad de cara a la próxima tanda de reformas económicas y laborales.

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