Economía

Fedea exige transparencia en los contratos fijos discontinuos para aflorar su precariedad real

  • Pide que se identifiquen los cuatro tipos de fijos discontinuos creado por la reforma laboral 
  • Fedea discrepa del análisis de Trabajo que culpa a las ETT de su volatilidad 
  • El Gobierno lleva un año incumpliendo su promesa de revelar los datos 
Foto: iStock

La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) ha publicado este jueves un informe sobre la regulación y modalidades de contratos de trabajo fijos discontinuos tras la reforma laboral en el que reclama que las estadísticas de empleo que cada mes publican los Ministerios de Trabajo y de inclusión y Seguridad Social clasifiquen estos contratos tipo e informen de las bajas de afiliación de trabajadores con el objetivo de identificar claramente cuáles son los más volátiles y precarios.

El documento, elaborado por el investigador y catedrático Jesús Lahera Forteza, explica que la reforma laboral construye en el sector privado cuatro modalidades distintas de contrato indefinido de trabajo fijo-discontinuo. Todas tiene en común la previsión de la actividad y un sistema que encadena llamamientos al trabajador cuando sea necesario con obligación de trabajar con periodos de inactividad bajo la cobertura social del desempleo (cuando se ha cotizado lo suficiente), quedando la empresa liberada del pago de salarios. Además, sus condiciones se someten en gran medida al albur de los convenios colectivos.

Pero estas tipologías contienen diferencias sustanciales que también influyen en la propia calidad de los empleos, que lleva a que algunas se asemejen más a los contratos indefinidos ordinarios y otras a los temporales.

En primer lugar, están los fijos discontinuos de carácter estacional, que, como su propio nombre indica, se destinan a trabajos estacionales o actividades productivas de temporada. Lahera señala que son los que más se asemejan al "concepto clásico" de la regulación previa a la reforma laboral. Los periodos de actividad se determinan por "temporadas altas" del mercado o picos "previsibles de demanda" como ocurre en el sector turístico.

Luego están los "intermitentes" que cubren actividades empresariales "intermitentes" que, aunque se repiten en el tiempo periódicamente, no lo hacen con carácter estacionales o de temporada. En la práctica han sido los que han cubierto gran parte del nicho dejado por la desaparición de temporales por obra y servicio, aunque con prevenciones legislativas que les separan claramente tanto de los temporales propiamente dichos como de la figura del contrato de 'cero horas', en el que el llamamiento se produce a discrecionalidad total de la empresa, sin estar determinado en el contrato.

El tercer caso son los fijos discontinuos "de contrata", destinadas al desarrollo de trabajos consistentes en la prestación de servicios "en el marco de la ejecución de contratas mercantiles o administrativas". Pero en estos empleos se produce una vinculación entre llamamiento y "expectativa de recolocación" del trabajador, que depende del funcionamiento del mercado y de las decisiones de clientes de las empresas contratistas sobre sus previsiones de negocio y plantilla. Esto convierte a estos empleos en un tipo muy particular de fijo discontinuos.

El cuarto caso son los que fijos discontinuos firman las Empresas de Trabajo Temporal (ETT) para puesta a disposición. Una modalidad que supone el 40% de los contratos que firman esas empresas.

Tener cuatro casuísticas tan diferenciadas complican sobremanera el análisis del mercado laboral tras la reforma. Los "trasvases de temporalidad contractual a contratos indefinidos fijos discontinuos" que pretendía impulsar la reforma tienen efectos muy distintos en la estabilidad real de los trabajadores, "en unos casos alta y en otra más volátil o expuesta a rotaciones", según apunta Lahera. No olvidemos que el pase a la inactividad de un fijo discontinuo es la segunda causa de baja de afiliación a la Seguridad Social, solo por detrás de la caducidad de un contrato temporal. Ahora bien, ¿cuál es el más precario?

Lahera considera que, por sus características, los contratos fijo-discontinuos estacional, de contrata y para ETT tienen "largos períodos de actividad dentro de su estructura productiva", mientras que el intermitente está condenado a "cortos períodos de actividad y muy discontinuos". Aunque el Gobierno y los sindicatos ponen el foco en la inestabilidad y los posibles abusos vinculados a los suscritos por ETT.

Un agujero estadístico

Una polémica que se suma a las relativas al impacto de los fijos discontinuos en periodo de inactividad en las estadísticas de desempleo, cuestionado también por Fedea. Pero el peso en el empleo también es incierto, ya que las estadísticas que publica el SEPE solo identifican un tipo de contrato fijo discontinuo. En el marco de esta cuestión Lahera propone que se clasifiquen con mayor rigor, lo que permitiría, además identificar sus tiempos de actividad efectiva, así como detectar los que están no están trabajando.

Por ello, propone que cada uno de estos cuatro tipos de fijos discontinuos "tenga un código y modelo oficial distinto" en la gestión de los contratos de trabajo en los servicios públicos de empleo, que recopila estadísticamente y publica cada mes el SEPE.Y que junto a esta información se publique también las "bajas de afiliación coincidentes con sus períodos de inactividad". Uuna información que la Seguridad Social ya publica, pero con un retraso de un mes respecto a los datos de afiliación. Además, al no haber códigos específicos, tampoco distingue por tipo de contrato.

Es previsible que esta propuesta caiga en saco roto. La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, prometió ya hace más de un año publicar un análisis detallado de los fijos discontinuos pero la información sigue sin facilitarse. Por su parte, Seguridad Social sí sometió a revisión las estadísticas de bajas de afiliación para recoger con mayor transparencia las causas, incluyendo el pase a la inactividad de los fijos discontinuos, pero el departamento que dirige Elma Saiz sigue sin profundizar en este análisis, por ejemplo, no desglosa la duración de los periodos de actividad de los trabajadores.

En cualquier caso, la tesis del Gobierno se basa en minimizar el peso de los contratos fijos discontinuos en el empleo, que cifra en el 6% de los asalariados. Pero esta cifra es engañosa, ya que se trata de una media mensual que no recoge la volatilidad real de estos empleos, es decir, cuantos entran y salen de la actividad cada día. En este sentido, hay un paralelismo claro con los temporales, que solo suponen un 17% de los afiliados medios, pero suponen 6 de cada 10 contratos que se firman en España, que sigue ocupando el segundo puesto de la UE en temporalidad del empleo. Exactamente igual que antes de la reforma.

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