Banca y finanzas

Familias y empresas reducen un 40% su endeudamiento desde máximos

  • La financiación en manos de hogares y compañías baja del 22,68% del PIB en 2010 al 131,2% en 2023
  • El ratio es ya inferior al 150,7% de media europea, el 151,1% de EEUU y el 144,9% de Reino Unido
  • España multiplica su deuda pública por cuatro desde la crisis financiera de 2008

Cuando estalló la crisis financiera en 2008 cogió a España con el pie cambiado en términos de endeudamiento de familias y empresas. El boom hipotecario previo y la explosión del negocio asociado al ladrillo habían casi duplicado el crédito en manos de hogares y compañías en su valoración en términos de PIB en muy pocos años. Pincha la subprime en Estados Unidos y, al sacudir al resto del mundo, en España explota el crash inmobiliario y el endeudamiento alcanzará en 2010 picos históricos: el préstamo corporativo equivalía por entonces al 141% del PIB y la deuda de los hogares a un 85,8%. Son cifras muy superiores al 103,3% y 64,3%, respectivamente, que presentaba la media europea y alejadas del mínimo del 71,7% en deuda corporativa de países como Alemania o el 118,8% de Francia, como también del 43,3% que representaba la financiación a hogares en Italia o el 52,5% de Alemania.

Hoy, la relación se ha girado y las finanzas de los hogares y empresas españolas sobresalen, precisamente, por lo contrario. Su endeudamiento conjunto se ha reducido en un 42,15% desde el 226,8% que llegó a representar en proporción al PIB por entonces hasta un 131,2% en septiembre pasado. El apalancamiento es inferior a la media europea (150,7%) y a países como Alemania (123,6%), Francia (215,3%), Portugal (142,1%) e, incluso, a Reino Unido (144,9%) y Estados Unidos (151,1%).

"La crisis financiera global afectó a unos países más que a otros y sus efectos fueron particularmente intensos y prolongados en el tiempo en España, lo que claramente ha tenido incidencia en el comportamiento de las entidades de crédito, que se han vuelto más exigentes en la concesión de crédito y también en el de las empresas y las familias que, en contextos de incertidumbre, han entendido que les convenía reducir su endeudamiento", explica Francisco Uría, socio global de Banca y Mercados de Capitales de KPMG.

"Creo que este comportamiento diferencial con algunos Estados europeos, especialmente del norte, tiene que ver con las lecciones aprendidas de un pasado todavía reciente", infiere. "Los españoles vivíamos con una expectativa que, no solamente era financieramente imposible, sino que pensábamos que era un modo de vida: endeudarnos para comprar casas y cualquier cosa", rememora el director de Estudios Financieros de Funcas y catedrático de Análisis Económico, Santiago Carbó.

La brusquedad del ajuste posterior la atribuye a diferentes factores: "En primer lugar, muchas familias lo pasaron mal. Tuvimos todos los problemas con el sector bancario que también hicieron a mucha gente replantearse que la situación financiera no puede llevarse al extremo. Y luego, evidentemente, vino una época dura, con recesión y todas las repercusiones de la crisis financiera que provocó que mucha gente perdió su trabajo". La mayor bolsa de deuda se encaró con un paro que llegó al 27%. "Era una situación insostenible", que dejó lecciones aprendidas "con dolor"y "aprendimos que, con tanta deuda, no se vive tan bien tampoco", agrega.

Las propias entidades se volvieron más prudentes en la concesión, aunque las contracciones del crédito en los años recientes responden al descenso de la demanda porque las familias han apresurado la amortización de sus hipotecas y han solicitado menos de estos préstamos con las subidas de tipos, y las empresas tampoco piden financiación para invertir como en otras épocas. El stock crediticio comenzó a caer desde 2008, cuando superaba los 1,82 billones de euros, aunque en 2010 alcanzará su mayor peso en relación al PIB por la mala coyuntura económica y la recesión, que contrajo dicho parámetro. Desde ese récord, la cartera financiada ha caído un 38%, hasta 1,12 billones en enero pasado.

"El ajuste se realizó en gran parte en el endeudamiento inmobiliario y en especial en el sector de la promoción y construcción. Estar por debajo de la media europea no es negativo, sino estar situados en una buena posición para generar oportunidades de crecimiento financiables. Además, indica que hay mucha capacidad de financiar inversiones y anticipar rentas futuras", indica Eduardo Areilza, Senior Director en Alvarez & Marsal.

No habrá eclosión del crédito

Que la situación actual es, en general, positiva es una opinión compartida, aunque redunde en menos negocio para una banca que sí cree que el ajuste comienza a ser excesivo para el paísy espera ya repuntes en 2024. "El ahorro es más sano y se puede decir que ahora lo que se busca son destinos al ahorro e hipotecas o préstamos que tengan mucho más sentido de lo que tenían", agrega Carbó, que responsabiliza en gran parte a la atonía de las hipotecas a la dificultad de los jóvenes para acceder a la vivienda. "Si lo llevamos al extremo, a una demasiada austeridad personal, un ahorro excesivo, etc, a lo mejor no es tan bueno, pero yo creo que hasta ahí no hemos llegado", afirma.

Para el experto de KPMG el desendeudamiento de las empresas y las familias resulta también "positivo" desde un punto de vista macroeconómico e "implica una mayor capacidad para afrontar un entorno de un menor crecimiento económico, reducción del ritmo de creación de puestos de trabajo, reducción de la demanda (en el caso de las empresas) y todo lo que implica el contexto económico actual".

Sin embargo, precisa que tiene también "efectos colaterales diversos" como una "menor capacidad de inversión en distintos tipos de bienes y servicios, que se percibe con claridad en algunas tipologías de clientes, mercados y financiación, o una disminución de la demanda de crédito, lo que lógicamente afecta a los bancos". En su opinión, el elemento "más preocupante" es el "escaso apetito inversor" de las empresas en nuevos proyectos, "pues ello alienta dudas sobre su percepción de la evolución futura de su negocio y de la economía".

La situación favorece que la financiación fluya, pero banca y expertos descartan la eclosión de épocas pasadas y esperan una evolución más alineada con el PIB. "Yo creo que las lecciones se han aprendido para bastante tiempo", indican, en favor de unas condiciones financieras "más sólidas durante un tiempo". Según Uría, su evolución estará ligada al "comportamiento de la economía y su consiguiente efecto sobre el empleo", y podría avivarse si bajan los tipos significativamente.

La evolución futura podría diferir según segmentos. El experto de Alvarez & Marsal ve una "oportunidad" en "ayudar a financiar el trasvase de renta generacional entre los mayores de 65 y los menores de 35, ya que el segmento intermedio 35-65 es el que tradicionalmente ya está financiado para su adquisición de vivienda, coche, consumo, tarjetas etc". Y es que los jóvenes acusan un problema de acceso al crédito por su menor renta y falta de ahorro mientras que los mayores podrían transformar su patrimonio en liquidez mediante préstamos.

En empresas ve "margen de recorrido" en la financiación porque gran parte de las entidades carecen de "gestores y sistemáticas especializadas en crédito a empresas" y por los grandes "retos" de inversión que encaran en materia de digitalización, exportación y la sostenibilidad. Pero, sobre todo, donde atisba mayor recorrido es en los autónomos y empresarios.

Casi 700.000 millones menos de crédito

La crisis financiera acabó de golpe con el boom inmobiliario que se había incubado de la mano también de una burbuja hipotecaria. Por entonces, hogares y compañías contaban con casi 1,83 billones de euros en financiación de la banca. Desde ese techo el stock financiado ha caído a 1,12 billones con grandes picos en el desplome a medida que se declaraban reveses como la crisis sanitaria del Covid-19 y la energética provocada por la invasión de Ucrania-Rusia y que ha motivado las abruptas subidas de tipos en medio mundo para atajar la inflación.

Han desaparecido 699.000 millones en financiación o el 38% de la cartera crediticia. Por tipología, la cartera hipotecaria se ha hundido un 24,09% o en 156.578 millones, hasta 493.293 millones; y el crédito al consumo desciende un 22,41%, hasta 177.556 millones. El crédito de empresas se desploma un 51,8%, hasta 456.410 millones.

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