Opinión

Elon Musk contra Sam Altman o el lobo con piel de cordero

  • La demanda a OpenAi es una gran acción, pero es una lucha de poder del dueño de Tesla

El poder que las compañías llamadas Big Tech, con la alianza de OpenAI y Microsoft a la cabeza, está ejerciendo sobre la inteligencia artificial roza lo absoluto. El modelo ChatGPT de OpenAI, al entrar el primero en el mercado, fue un claro ejemplo de Blue Ocean, llegando a 100 millones de usuarios en tres días. Pero lo que no se sabe tanto es que este Blue Ocean no fue únicamente empresarial, sino también técnico.

Al llegar el primero al mercado, ChatGPT se quedó con el feedback de todos los usuarios a los que fue ofrecido para mejorarse, mediante lo que se conoce como la técnica de aprendizaje reforzado basado en el feedback humano. En otras palabras, que OpenAI ha utilizado a todos los early adopters de ChatGPT como testeadores de su software, mejorando drásticamente su rendimiento. Esta es la principal ventaja competitiva de OpenAI (y por ende de Microsoft) hoy por hoy, no tener únicamente los datos de Internet sino los datos que diariamente su cartera de usuarios le está brindando. Un auténtico activo de valor incalculable, y codiciado por muchos otros.

Hace unos días, Elon Musk, consciente quizá al final de que su querido modelo Groq de su aún más querida empresa X parece no poder competir con el gran rendimiento de OpenAI, decidió efectuar una acción que va a dar mucho de lo que hablar. Elon Musk de repente se acordó que una vez él también participó en OpenAI y ha denunciado a los ahora subordinados de Microsoft. Pero quédense leyendo porque lo gracioso del asunto es el motivo por el cual Elon Musk ha denunciado a OpenAI.

La denuncia que ha puesto el influyente empresario radica en el hecho de que, hoy por hoy, parece ser que la misión de OpenAI es buscar beneficios a toda costa, sobre todo gracias a modelos como GPT-4 y sus alianzas con Microsoft, y ha perdido su misión, visión y valores originales, que eran ni más ni menos que ser una organización sin ánimo de lucro dedicada en exclusiva a desarrollar avances en el campo de la inteligencia artificial que estuvieran orientados a mejorar las vidas de toda la humanidad.

Razón no le falta a Elon Musk, ya que es cierto que la misión original de OpenAI era colaborar mediante la tecnología a mejorar los principales problemas sociales de la humanidad. A mí, que soy un optimista nato en la tecnología, esto en 2018 me parecía fascinante. En esta época OpenAI liberaba sus avances en el aprendizaje reforzado profundo y se empezaba a vislumbrar lo que podía ser un modelo largo de lenguaje. Era una época muy prometedora para todos aquellos que, ingenuamente, nos dedicábamos al progreso técnico de la inteligencia artificial.

Pero la tecnología no entiende de ética, sino la humanidad que desarrolla, y financia, esta tecnología. Poco más tarde, Elon Musk se fue de la compañía y OpenAI dio a conocer a su bendita creación, ChatGPT. El resto de la historia ya la saben. OpenAI cambió su discurso, monetizó su producto y empezó a crear una alianza comercial fuerte con Microsoft. La decepción fue palpable. Tener un potencial tecnológico capaz de ofrecer predicciones que podrían estar mejorando muchísimo los procedimientos estadísticos que se están aplicando actualmente en medicina, ingeniería agrícola o creación de materiales y que realmente podrían ayudar a mejorar la situación de mucha gente están siendo invertidos en crear imágenes y vídeos bonitos mediante todo el material subido por miles de artistas en el mundo entero. Como ya les dije, la tecnología no entiende del bien o el mal, pero el ser humano sí.

Mi propósito, no se equivoquen, no es defender a Elon Musk, puesto que, aunque esta vez considero que su acto, la denuncia a OpenAI, sí es lo que cientos de colectivos vulnerables a lo largo del globo necesitan, sus intencionesen mi opinión distan mucho de ello. No se olviden de que Elon Musk en el pasado reciente también firmó una carta en la que se solicitaba que se detuviera el avance de la inteligencia artificial más allá de GPT-4 hasta que la humanidad se preparara para ello. Meses más tarde, Elon Musk lanzó la IA generativa Groq en su compañía X, entrando también a competir en el mismo mercado.

¿No será que estamos de nuevo ante el mismo tipo de movimiento? El señor del nuevo Twitter proclama a los cuatro vientos ser el protector de la humanidad con su denuncia hacia el traidor de la humanidad Sam Altman, cuando en realidad estamos siendo testigos más de una lucha de poder a la que la popular serie Juego de Tronos no le hace ninguna sombra. Una lucha de titanes en la Big Tech con un lobo que tantas veces ya ha usado su piel de cordero que me temo que el crédito se le ha agotado para todos los que ya le conocemos.

Si queremos que, de verdad, la inteligencia artificial sea utilizada en beneficio de la humanidad, y sobre todo de toda la gente cuyo sufrimiento en este 2024 está alcanzando cotas inimaginables, se debe hacer un esfuerzo global para crear una organización similar al CERN pero centrada en la democratización y aplicación ética de estos sistemas. Y no seguir siendo testigos del despropósito de las luchas de los titanes de las Big Tech.

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