Economía

El resurgir de los sindicatos en EEUU: el 'pay them more' de Biden reanima las protestas

  • La afiliación está en mínimos, con solo un 10%, aunque está recuperándose
  • Los demócratas han aprobado varias leyes para incentivar la afiliación
Joe Biden en un piquete del sindicato del motor. Foto: Reuters

La foto de Joe Biden con un megáfono en un piquete del Sindicato de Trabajadores del Motor (UAW), que ha paralizado 38 fábricas de automóviles en 20 estados, entre ellas las de ciudades clave como Detroit o Chicago, probablemente pasará a la historia. Biden, que se autodenomina el "presidente más pro-sindicatos de la historia", y que lo es por lo menos del último siglo, lleva tres años intentando reanimar a unas organizaciones que llevan décadas en declive en EEUU y que han aprovechado ese apoyo gubernamental para volver a lucir parte del músculo que tuvieron en el pasado.

Sin ir más lejos, dos de los sindicatos de mayor renombre del país, el Sindicato de Guionistas de América (WGA) y el UAW, han paralizado sus respectivos sectores este verano. Los guionistas han pasado 148 días de huelga, que culminaron oficialmente este pasado miércoles con un acuerdo que estiman en 233 millones de dólares de beneficio para los trabajadores del sector. Y los trabajadores del motor llevan desde el día 15 de septiembre con las herramientas caídas en las plantas de Stellantis, Ford y General Motors, la primera vez que las 'tres grandes' han sufrido una protesta simultánea.

Biden lleva años dejando claro su respaldo a los sindicatos. Cuando en 2021 un grupo de empresarios se quejó de que no encontraban suficientes trabajadores, como consecuencia del ajustadísimo mercado laboral estadounidense, la respuesta del presidente fue un sardónico "pagadles más". En el último Día del Trabajador (el 1 de septiembre en EEUU), Biden recordó en un comunicado de celebración que su objetivo es crean "trabajos sindicados", y celebró la recuperación de la afiliación, que estaba en mínimos históricos.

Precisamente, los sindicatos llevan décadas de declive en EEUU, desde que tocaron su pico de afiliaciones en la década de 1950 con un 35%. En la actualidad, solo un 10% de los trabajadores estadounidenses están sindicados, aunque lo cierto es que, en los últimos años, estas organizaciones han reforzado su rol como agentes económicos clave: en 2023 se han perdido 7,4 millones de días laborables, mientras que esa cifra en 2022 era de 2,2 millones.

En este sentido, un informe del Instituto de Política Económica publicado el pasado 30 de agosto señaló que el volumen total de trabajadores que fueron a la huelga en 2022 aumentó en un 50%. Esta misma institución señaló, además, que el año pasado el número de trabajadores sindicados aumentó en 200.000.

Por otro lado, el registro de huelgas elaborado por la Universidad de Cornell señala que, desde septiembre de 2022 hasta ahora, se han realizado 21 convocatorias de huelgas en todo el país que han sido secundadas por más de 2.000 trabajadores. Entre las últimas en ser registradas se encuentra la convocada por UAW -sindicato con 146.000 afiliados en EEUU- y que está involucrando a 25.000 asalariados en huelga en estos momentos desde el pasado 15 de septiembre.

Reacción contra la IA

Además, entre esas asociaciones convocantes se encuentra el WGA, que ha logrado, tras cinco meses de huelga, una serie de concesiones por parte de la AMPTP (Alianza de Productores de Cine y Televisión, en castellano). Entre ellas, un aumento salarial de 12,5% progresivo en tres años y un mecanismo de control y protección sobre la Inteligencia Artificial.

Así, el acuerdo estipula que el contenido literario creado directamente por la IA no podrá ser considerado como "fuente material". Este punto muestra la forma en la que el desarrollo económico potencia nuevas tecnologías y cómo ésta influye en el mercado laboral. Precisamente, ha sido en los sectores más tecnológicos en los que los trabajadores han ido organizándose en los últimos años. Un ejemplo de ello se produjo el pasado mes de enero con la huelga de conductores de Uber de Nueva York, quienes demandaban un aumento salarial y de tarifas.

Otro ejemplo es la industria de los videojuegos. En diciembre de 2022, los trabajadores de Activision Blizzard votaron a favor de crear un sindicato, y a comienzos del pasado mes de enero, Microsoft reconoció la sindicación de los trabajadores de ZeniMax Studios -firma subcontratada valorada en 7.500 millones de dólares-, quienes votaron a favor de afiliarse a CWA, uno de los sindicatos más importantes del país. De esa forma se creó el primer sindicato de trabajadores de Microsoft en EEUU.

El auge de esos nuevos sectores, así, parece ligado a la ola de sindicalismo que vive el país estos años. Además, el contexto actual inflacionario y de crisis energética potencia el conflicto laboral. Sin embargo, el enigma en este punto consiste en por qué a pesar de toda esta movilización, la tasa de sindicación en el país de las barras y estrellas está en mínimos históricos.

La razón está en que los mayores índices de sindicación se encuentran en el sector público (33%), cuya contribución anual al PIB es de un 13%, mientras que el sector privado cuenta con una tasa de sindicación del 6% y con una contribución anual al PIB del 87%, según datos del Departamento de Trabajo de EEUU y la IESE Business School. Además del volumen del sector privado en Estados Unidos, otra razón es que las tasas más altas de sindicación en este ámbito se encuentran en ramas tradicionales como las 'utilities' (19,6%), la industria audiovisual (17,3%), y la industria del transporte y almacenamiento (14,5%).

En este contexto, Joe Biden no pierde de vista que en 2024 se celebran elecciones presidenciales. Y Michigan es un estado clave, que se ha decantado por el ganador de los dos últimos comicios por márgenes muy estrechos (0,2 puntos a favor de Donald Trump en 2016 y 2,8 puntos a favor de Biden en 2020). Precisamente, desde que los demócratas se hicieron con el control del Parlamento estatal el pasado mes de noviembre, una de sus primeras medidas fue derogar una ley republicana de 2012 que reducía la financiación sindical. Y los trabajadores del motor parecen haber tomado buena nota del respaldo gubernamental.

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