Bolsa, mercados y cotizaciones

El rally de la IA divide a los grandes gurús de Wall Street: ¿Es un burbuja o una revolución?

Foto: iStock

Todos los ingredientes estaban listos para un retroceso bursátil. La Fed ha metido la bajada de tipos inminente en la nevera y la inflación no acaba de desaparecer. La situación internacional sigue muy tensa, con una Rusia cada vez más belicosa, una China que no es capaz de solucionar sus problemas económicos, una Europa estancada, Oriente Medio en llamas y Donald Trump asomando por detrás de la esquina. Pero Wall Street no solo no ha caído, sino que está registrando máximos históricos semana tras semana, en un 'rally' que desconcierta a muchos analistas y hace a otros plantearse si estamos ante una burbuja o una revolución histórica, propiciada por la IA.

La clave detrás de esta subida es el despegue de las Siete Magníficas (Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Nvidia, Tesla y Meta) el grupo de grandes firmas tecnológicas más importantes de EEUU. Y algunas más que otras: Apple ha sufrido ante la caída de sus ventas en China y Tesla está cayendo ante el aumento de la competencia en el sector de los coches eléctricos, especialmente de las firmas provenientes del gigante asiático. Pero Nvidia, Microsoft o Meta se han disparado gracias al empuje de la IA, un avance que promete revolucionar la productividad de la misma forma que lo hicieron los tractores, el teléfono o internet.

El problema, según temen varios analistas de Wall Street, es que estas revoluciones siempre tardan años, incluso décadas, en asentarse, y sus efectos son más hipotéticos que reales hasta que maduran de verdad. Y siempre existe el riesgo de que los inversores apuesten su dinero demasiado rápido y acaban desatando burbujas, como la de las 'puntocom'. Al final Internet cambió el mundo y no hay compañía que no se haya adaptado. Pero muchas se evaporaron tras el pinchazo de valoraciones. La clave es diferenciar a las firmas que sí tienen un modelo de negocio real de otras que se limitan a gastar dinero mientras prometen que sus fantasías se harán realidad algún día gracias a esa nueva tecnología revolucionaria, algo que suele ser más difícil de lo que parece durante los momentos de euforia.

Entre los analistas que temen que el 'rally' de la IA tiene más de burbuja que de realidad está el estratega jefe de mercado de JP Morgan, Marko Kolanovic, que apunta a datos como el récord histórico del bitcoin para indicar que, en su opinión, se está acumulando demasiada "espuma" en el mercado.

"Las acciones han subido este año, incluso pese a que la rentabilidad de los bonos ha aumentado y las promesas de recortes de tipos inmediatos se han desvanecido", lo que normalmente serían dos señales bajistas muy fuertes para los mercados bursátiles, advirtió Kolanovic en una nota. "Los inversores pueden estar asumiendo que el aumento de la rentabilidad de la deuda refleja una aceleración económica, pero las proyecciones de ganancias empresariales para 2024 están bajando y el mercado parece demasiado complaciente con el ciclo". Y cree que esta racha alcista puede, paradójicamente, obligar a la Fed a mantener los tipos altos durante más tiempo para evitar echar aún más combustible al fuego bursátil.

Para Chris Montagu, de Citi, las posiciones largas (es decir, alcistas) están "excesivamente extendidas", especialmente en el Nasdaq 100 y en zonas con bolsas tradicionalmente menos dadas a la euforia, como Europa o Japón, ambas rondando sus máximos históricos tras décadas de estancamiento. En una nota publicada este pasado lunes, Montagu advirtió que la semana pasada se habían retirado las últimas apuestas cortas que quedaban en el EuroStoxx 50 y en los futuros del DAX alemán, lo que le preocupa. Hay "un completo desinterés por adoptar una postura bajista", lo que podría ocultar problemas que nadie está queriendo ver, alerta.

Surfeando la ola alcista

Sin embargo, la mayoría de los expertos de Wall Street creen que esta euforia no es una burbuja, sino que hay una realidad detrás. Para David Kostin, estratega jefe de bolsa para EEUU en Goldman Sachs, la fuerte subida de las grandes tecnológicas estadounidenses no es humo, sino que responde al fuerte crecimiento de sus ventas y beneficios. Sin ir más lejos, el PER (ratio entre precio y beneficios) de Nvidia, la firma con un crecimiento más desatado, está en niveles de mediados de 2020, en medio de la crisis del covid, pese a que el valor de sus acciones se ha multiplicado por 12 desde entonces. ¿La clave? Sus beneficios se han disparado a un ritmo aún mayor.

Así, Kostin cree que "esta época es diferente" a las burbujas históricas, porque las firmas con "valoraciones extremas" pese a no tener apenas ingresos, son muy escasas, y el precio de la mayoría de las grandes tecnológicas está respaldado por sus beneficios contantes y sonantes. "Los inversores están pagando en su mayoría valoraciones altas por las acciones de mayor crecimiento del índice", asegura, y considera que los precios son justos: "Creemos que la valoración de las Siete Magníficas está respaldada actualmente por sus fundamentos".

Por su parte, Savita Subramanian, jefe de estrategia cuantitativa y de acciones de EEUU de Bank of America, ha aumentado su objetivo de cierre anual para el S&P 500 a 5.400 puntos, lo que supondría una subida del 6% en lo que queda de año. "Los mercados alcistas terminan con euforia; aún no hemos llegado a ese punto", escribió este martes. "Hay optimismo en las bolsas, pero la euforia es aún limitada". Aun así, Subramanian prefiere cubrirse con una advertencia: es posible una corrección a corto plazo antes de retomar las subidas, especialmente si los beneficios empresariales crecen menos de lo esperado el próximo trimestre.

Pero la mayoría de los bajistas están capitulando ante las alzas de los últimos meses. Michael Kantrowitz, analista de Piper Sandler, ha pasado de tener la perspectiva más bajista de todo Wall Street en 2023 a apostar por un cierre anual del S&P 500 en 5.250 puntos, un 3% por encima de sus niveles actuales.

Incluso Mike Wilson, de Morgan Stanley, conocido como uno de los grandes osos por sus apuestas bajistas, espera que la ola de alzas se extienda fuera de las tecnológicas y alcance a valores más contracíclicos, como el consumo. Aun así, sigue esperando que la racha se acabe tarde o temprano: su objetivo para 2024 sigue en los 4.500, una caída del 12% en lo que queda de año. La duda es si él también acabará por corregir sus cálculos ante la imparable marcha de las bolsas, o si 'el osezno' sigue esperando ser el último en reír.

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