Tecnología

El plan de Japón para ser el 'rey' de los chips: aprovechar el miedo taiwanés a una invasión de China

  • Las firmas del principal productor del mundo huyen de China y desembarcan en Japón
  • "Tenemos que dispersar la producción para diluir la vulnerabilidad ante las tensiones geopolíticas"

Los 'chips' se han convertido en un recurso totalmente estratégico para las principales potencias del mundo, que se han lanzado a levantar sus industrias a marchas forzadas. Los expertos de IDC esperan un crecimiento anual medio superior al 20% en la demanda de estos productos clave para varias revoluciones a las que se ha encomendado Occidente. Por un lado, los vehículos eléctricos y por otro, la Inteligencia Artificial. Sin embargo, la realidad es que los chips son cada vez más clave en todo tipo de actividades. "La potencia informática que ofrecen es fundamental para absolutamente todos los sectores de la economía y, especialmente, la Defensa", explican desde Franklin Templeton.

Ahora con casi toda la industria en Asia, EEUU se encomendó el año pasado a un plan de inversión de 280.000 millones de dólares para desarrollo científico e inversiones directas a fabricantes y la realidad es que todas las naciones quieren asegurarse este recurso. El gigante norteamericano ya vivió en sus propias carnes como una 'crisis de suministro' sacudió por completo su mercado. En ese sentido, Taiwán produce el 60% de los semiconductores del planeta y el 90% de los que son más valiosos. Sin embargo, su potente industria está amenazada por un potencial bloqueo de China. Esta gran tensión en el estrecho de Formosa es la gasolina que Japón está utilizando para convertirse en la primera potencia mundial en este mercado.

Tokio llegó a ser la capital de los 'chips' mucho antes de que copasen todos los titulares. Entre los años ochenta y noventa no solo es que el país del sol naciente fuera el gran dominador, sino que llegó a ser el responsable directo del 51% de todas las ventas. Sin embargo, esa era dorada terminó y los países más pequeños de Asia se lanzaron con todo a dominar esta industria. En aquel entonces Toshiba era la firma más importante del sector. Japón ahora solo representa un 7% de la producción mundial. Ahora, Japón no ha escondido que una de sus mayores ambiciones es retomar esa posición y para ello están aprovechando al máximo el poderío tecnológico taiwanés y su miedo a China.

Taipei no solo domina con puño de hierro el mercado gracias a las plantas de su isla. La realidad es que muchas estaban situadas en China. Sin embargo, los temores de un conflicto armado y que su principal fuente de riqueza (15% de su PIB) esté en mano del enemigo están provocando un fuerte cambio de tendencia. Ahora Taiwán está buscando a marchas forzadas un lugar seguro, relativamente cerca y que permita expandir su actividad más allá de la isla.

Japón no ha dudado y sabe que esta es su gran oportunidad. El país, que ya está inmerso en un ambicioso plan de inversión propia, se está encontrando con una potente llegada de grandes proyectos taiwaneses que huyen de Xi Jinping, y que pueden marcar la diferencia en su carrera hacia el trono de los chips. Los principales anuncios de este tipo se han producido en los primeros meses de 2024 y, de hecho, este mismo jueves TSMC, el gigante taiwanés responsable de la mitad de los chips del mundo, ha levantado una planta de 8.600 millones de dólares en Kumamoto en un anuncio histórico.

"Queremos dispersar la producción para diluir la vulnerabilidad ante las tensiones geopolíticas"

Por su parte, la firma también ha anunciado una segunda instalación de una fábrica de chips avanzados, redoblando la apuesta con una inversión de 20.000 millones de dólares. Para esta segunda fábrica de chips más avanzados. Según explicó la propia compañía en su comunicado, esta apuesta busca "dispersar la producción para diluir la vulnerabilidad ante las tensiones geopolíticas". En ese sentido, también ha emprendido una inversión en dos plantas en Arizona por 40.000 millones de dólares, pero espera concentrarse en Japón al ser el mercado más cercano y, por lo tanto, que más facilidades puede darle a Taiwán a nivel logístico.

Otro ejemplo de esto es Powerchip Semiconductor Manufacturing, que está empleando una inversión de 5.300 millones de dólares en una fábrica en el país. Otras firmas como eMemory y otras nueve más han abierto oficinas o plantas en el archipiélago. Un auténtico desembarco que ha elegido Japón como la sede de su nueva industria de los semiconductores. Estos movimientos se han mezclado con una marcha de empresas que se encontraban en China. Este es el caso de Alchip Tech, que tenía la mayor parte de su equipo radicado en el gigante asiático y, ahora, se ha marchado de allí, en parte, para operar desde Japón y EEUU.

Un proceso que se ha mezclado con las elecciones de Taiwán, que han fortalecido la opción de romper lazos con China. Este mismo mes de enero ganó las elecciones en la isla el candidato oficialista del Partido Progresista Democrático, Willian Lai. Esta opción era la que tenía una oposición firme frente a China frente Kuomintang de Hou Yu Ih, que fue el segundo más votado. A pesar de que este candidato no tenía en su hoja de ruta la reintegración con China, la realidad es que reconoce abiertamente la posibilidad y su plan pasaba por un mayor comercio y colaboración con este país o incluso, una vía para la unificación en el medio y largo plazo.

El plan de Japón

Este proceso es un apoyo clave para un plan mucho más amplio. El país ha emprendido, para empezar, un programa de reducción de impuestos y subsidios para facilitar la llegada de productores. Además, el gobierno está realizando inversiones directas para levantar sus propias fábricas. Este es el caso de Rapidus, el consorcio formado por Toyota, Sony, NEC, Ntt, Softbank, Denso y Kioxa. En total, el país ha anunciado ya un gasto a corto plazo de 27.000 millones de dólares, aunque el gobierno ve una inversión total de 67.000 millones.

En particular esta gran apuesta está aterrizando en la norteña isla de Hokkaido, que quieren que se convierta en la capital asiática de los chips y el punto de referencia de todo el mundo. Es allí donde se pondrá en marcha el proyecto Rapidus, que esperan que empiece a producir los semiconductores más refinados del mercado en 2027. Otras empresas internacionales como ASML, Intel y Samsung, también desembarcarán en la región debido a que el país paga a través de subsidios la mitad de los costes de instalación. Micron también levantará con su propia fábrica, pero esta se hospedará en Hiroshima.

Sin embargo, la llegada de TSCM y el resto de empresas taiwanesas supone el factor diferencial en su estrategia. A diferencia de las industrias occidentales, que se concentrarán en Hokkaido, las apuestas de la isla se focalizarán en el extremo opuesto del país, en Kumamoto. La propia compañía destacaba que tienen una gran facilidad para montar sus infraestructuras en territorio nipón que en EEUU. El gobierno de Japón confía en que, dadas las facilidades legales y económicas que están poniendo sobre la mesa, los nuevos proyectos sigan anunciándose.

Proyecto de la planta de Rapidus, en Hokkaido

"¿Por qué hacemos tanto por este sector? Honestamente, eso se debe a que existe una confrontación entre Estados Unidos y China", dijo Kazumi Nishikawa, director principal de política de seguridad económica del Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón y uno de los arquitectos de la estrategia. "Si se detiene el suministro de chips de Taiwán, habrá impactos negativos de billones de dólares en todas partes y las economías colapsarán".

En ese sentido, Japón no ha escondido cuáles son sus objetivos. Según el plan presentado a mediados de 2023, el país nipón quiere triplicar sus cifras actuales para 2030 y lograr unas ventas de 108.000 millones de dólares. Por un lado, quieren garantizar su suministro, mientras que, por el otro, quieren convertirse en los principales exportadores de todo Asia. En ese sentido, ya están apostando, paradójicamente, por el mercado chino como su principal fuente de ingresos en el exterior. De hecho, las exportaciones de Japón se han disparado un 12% en enero debido, principalmente, a la venta de equipos de fabricación de chips a China.

Sin embargo, el gran foco de Japón no es tanto los ingresos que provengan del exterior, como mantener a raya una demanda de chips en auge que, además, está fuertemente comprometida por los riesgos geopolíticos. Con EEUU y China atrapados en una rivalidad creciente, tener un suministro garantizado de semiconductores será clave para los países de todo el mundo y en Tokio creen que todos los caminos pasan por liderar esta nueva ola. La reactivación económica de la cuarta economía del mundo pasa inevitablemente por los semiconductores.

Por otro lado, las subvenciones del gobierno japonés se combinarán con las ventajas que el país ya posee en sectores clave de la manufactura de microchips avanzados. En este sentido, Japón concentra la mayor parte del mercado global materiales recubridores y del proceso de "enmascaramiento" (mask-making, en inglés) utilizados en la litografía EUV: casi un 100% en el primer caso, y un 91% en el segundo. Además, firmas niponas controlan el 96% del mercado mundial de procesamiento de resistencias, así como el 75% del acabado de fotorresistencias de alta gama.

El músculo del sol naciente

Por otro lado, las subvenciones del gobierno japonés se combinarán con las ventajas que el país ya posee en sectores clave de la manufactura de microchips avanzados. En este sentido, Japón concentra la mayor parte del mercado global materiales recubridores y del proceso de "enmascaramiento" (mask-making, en inglés) utilizados en la litografía EUV: casi un 100% en el primer caso, y un 91% en el segundo. Además, firmas niponas controlan el 96% del mercado mundial de procesamiento de resistencias, así como el 75% del acabado de fotorresistencias de alta gama.

Por si fuera poco, Japón concentra el 95% del mercado global de equipamiento necesario para la maquinaria empleada en el tratamiento de obleas. También aglutina el 88% del mercado de materiales usados para el manejo de las obleas. Además, los chips se utilizan en los sensores de imágenes CMOS, usados para la fabricación de cámaras digitales y de videovigilancia, cuyo mercado domina Sony a través de una cuota de mercado global del 42%.

De hecho, Sony ha sido clave en la nueva planta de TSMC en Kumamoto, cuya ubicación no es casual. El proceso de fabricación de un solo microchip requiere, de media, de 32 litros de agua, una provisión que, en el caso de la instalación de TSMC, será garantizada por las reservas de agua subterráneas existentes en la isla japonesa. Además, Sony se ha comprometido a asegurar este aprovisionamiento, lo cual le ha permitido controlar un 20% de la propiedad de toda la instalación.

Ahí está una de las razones que convenció a TSMC para arribar en Japón. Por supuesto, la contribución de 8.000 millones de dólares por parte del Ministerio de Economía japonés para la construcción de la planta también ayudó. Por otro lado, la mano de obra barata también contribuyó. El salario medio de un trabajador de la construcción en Japón es de 2.000 yenes (13 dólares) la hora, una cifra inrerior a los 24 dólares la hora pagados en EEUU, donde el plan de TSMC para construir una planta no termina de carburar.

En este último caso, la movilización sindical experimentada en EEUU fue clave para que TSMC se centrara en Japón, donde estas organizaciones son menos activas. Además, la velocidad de la construcción fue fundamental: la fábrica se levantó en dos años, cuando normalmente el plazo es de tres. Esto se consiguió gracias a que los asalariados trabajaron 24h al día durante en cuatro horarios distintos, con muy pocos descansos a lo largo de la jornada. Si bien estas condiciones alejaron a muchos trabajadores, otros tantos decidieron aceptar debido a que se pagaba una media de 50.000 yuanes, en comparación con los 30.000 yuanes habituales en este tipo de trabajos.

Por otra parte, en el ámbito laboral se encuentra uno de los mayores obstáculos para el plan nipón que busca recuperar la corona de los chips. En los últimos veinte años, Japón ha perdido una quinta parte de los trabajadores vinculados a esta industria, cuyas firmas necesitarán, aproximadamente, 40.000 nuevos empleados en la próxima década.

Hasta entonces, Japón seguirá esforzándose en atraer a los fabricantes de chips a su territorio. Ya ha convencido a TSMC, cuya llegada ha arrastrado a otras firmas de la industria que trabajan con el gigante taiwanés como Global Unichip Corp, Materials Analyisis Technology y Marketech. El aterrizaje de más compañías de chips reportará un empuje económico importante a nivel nacional y a nivel local: se estima que la inyección económica en Kumamoto sea de 134.000 millones de dólares.

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