Economía

El milagro económico de China en una imagen: la revolución industrial más rápida de la historia

  • El PIB per cápita de China se ha multiplicado por 30 desde 1979
  • Su red de transporte es el reflejo de la revolución industrial más rápida
  • Un maquinista en activo ha vivido en primera persona toda la transformación
Ciudad de Guiyang, (China). Foto de iStock.

La economía de China se encuentra en plena desaceleración estructural. Da la sensación, por lo que se publica en medios y casas de análisis, de que el 'gigante asiático' lleva media vida inmerso en una gran crisis. Sin embargo, lo cierto es que los datos puros revelan que lo sucedido en China desde finales de los 70 hasta la actualidad ha sido un auténtico milagro. Un milagro que, poco a poco, está devolviendo a China al lugar que había ocupado históricamente en la economía global. Un milagro difícil de sintetizar en un texto. No obstante, se suele decir que hay imágenes que dicen más que 1.000 palabras. Por ello, para ilustrar el milagro chino quizá convenga recurrir a una imagen que, analizándola, revela lo que ha sucedido en China en unas pocas décadas: la revolución industrial más rápida de la historia.

Desde 1978 (cuando dieron comienzo las grandes reformas), la renta per cápita del 'gigante asiático' se ha multiplicado casi por 30, recortando terreno a buen ritmo a los países desarrollados, incluido EEUU. La apertura al exterior, una mano de obra abundante y muy barata, decisiones políticas acertadas en materia industrial, una población dispuesta a trabajar lo que fuera necesario para prosperar... son muchos los factores que entran en juego para intentar explicar el milagro chino y aunque intentemos nombrarlos uno a uno es imposible englobarlos todos y mucho menos llegar a un consenso sobre cuál o cuáles han sido más determinantes.

Hay expertos, como los economistas de la Fed de San Luis, que hablan incluso de la explicación del 'destino'. China fue durante siglos la mayor potencia del mundo o una de las más importantes. Un trono que perdió, precisamente, cuando la revolución industrial comenzó a desarrollarse en Reino Unido y lo que conocemos hoy como Occidente, mientras que China quedaba atrás.

"Una de las explicaciones al espectacular ascenso de China es simplemente verlo como el destino. Este país está volviendo a su posición histórica: China había sido una de las naciones más ricas y una de las civilizaciones más importantes (junto con la India) desde al menos el año 200 a.C. hasta 1800, en los albores de la Revolución Industrial en Inglaterra. Era sólo cuestión de tiempo que China recuperara su gloria histórica para 'dominar' el mundo una vez más. (Como dijo una vez Napoleón: 'Dejen que China duerma, porque cuando el dragón despierte, sacudirá al mundo')", aseguraban los economistas de la Fed en un paper. El dragón ha despertado y está viviendo su particular revolución industrial para recuperar la posición que le pertenece el trono mundial de las economías.

No obstante, los datos están ahí. Según el Banco Mundial, el PIB real per cápita de China ha pasado de unos 184 dólares en 1979 (el año en que Deng Xiaoping abrió la economía al mundo y comenzó a dar espacio a la iniciativa privada) a 12.600 dólares en 2023. La historia de desarrollo de China ha sido una de las más exitosas del mundo, no tanto ya por la velocidad de la misma sino por la magnitud: cientos de millones de personas han salido de la pobreza extrema en unas pocas décadas.

Según los propios estándares de China aquellos hogares que tienen unos ingresos inferiores a los 2,30 dólares por día y persona están dentro del grupo de personas que sufren una pobreza extrema. Tras años de fuerte crecimiento económico, con unas tasas de variación del PIB que se han mantenido cerca del 10% durante casi 40 años, China prácticamente terminado con este tipo de pobreza. El discurso oficial y las estadísticas de Pekín sostienen que las reformas económicas llevadas a cabo desde finales de 1970, han sacado de la pobreza extrema a 800 millones de personas: como sacar de la pobreza a más de 16 'Españas'.

"Ningún otro país puede sacar cientos de millones de personas de la pobreza en tan poco tiempo", celebró el presidente chino Xi Jinping durante una ceremonia en el Palacio del Pueblo en Pekín, en febrero de 2021. "Es un milagro humano que quedará en la historia", estimó Xi, que prometió compartir "la experiencia china" con otros países.

El mismo estudio de la Fed de San Luis, publicado hace unos años, destacaba que China había vivido una de las revoluciones industriales más rápidas de la historia. Este informe destaca que este país había pasado de ser una sociedad agraria atrasada a convertirse en una potencia industrial en sólo 35 años. La portada de este informe estaba ilustrada con un moderno tren de alta velocidad, que precisamente coincide con la imagen que da lugar a este artículo.

La imagen de la revolución industrial china

Han Junjia es un maquinista chino que ha sido testigo de la revolución de su país. Este hombre de 52 años presume en redes sociales de haber estado a los mandos de un tren impulsado por la combustión de carbón en sus inicios hasta los actuales trenes de alta velocidad que son punteros en el mundo entero. Junjia, que lleva siendo maquinista algo más de 30 años, fue entrevistado en 2020 por el diario Global China Daily.

Este maquinista explicaba que "a excepción de la provincia de Guizhou, he estado en todos los lugares del país". En 2020, Junjia se puso a los mandos de un tren inteligente para realizar una prueba en una línea ferroviaria interurbana de alta velocidad que unía Pekín y la Nueva Área de Xiong'an en la provincia de Hebei, a unos 100 kilómetros al suroeste de la capital. Esa línea contará con nuevos trenes bala Fuxing capaces de viajar a 350 kilómetros por hora.

A lo largo de su carrera, Junjia ha conducido varios tipos de trenes, que van desde los que funcionaban a vapor hasta los de diésel. "Estoy muy orgulloso de haber visto hitos importantes en el desarrollo ferroviario de China hasta ahora, cuando nuestro país es líder mundial en tecnología ferroviaria de alta velocidad", afirmaba Junjia, que fue contratado por primera vez en su ciudad natal de Zhangjiakou, Hebei, a unos 150 kilómetros al noroeste de Pekín. Acaba de entrar la década de los 90, aunque la economía de China había despegado, aún se encontraba en los albores de su revolución (la renta per cápita no llegaba a 500 dólares), como deja entrever la locomotora que dirigía este maquinista. Sin embargo, la expansión de China ya era casi imparable.

En aquella época conducía trenes de vapor. "La velocidad más alta fue de unos 50 o 60 km/h", aseguraba este maquinista. "Las ventanillas de la cabina del conductor tenían que estar abiertas sin importar la estación del año, porque necesitábamos asomarnos para observar la fila y las señales que había delante".

Pocos años después, en 1996, Han comenzó a conducir locomotoras diésel. Estos trenes de pasajeros podrían circular a una velocidad de unos 120 km/h, afirmó. "Ya no tenía que lidiar con cenizas de carbón y humo, como antes en los trenes de vapor, sino que tenía que gritar mientras hablaba con mi colega, porque esos trenes hacían mucho ruido", comentó. "Además, siempre olía a gasóleo. Mi esposa siempre se quejaba de que mi ropa todavía olía mal después de lavarla".

En 2008, con la economía de China en plena expansión, mientras que el resto del mundo sufría la crisis financiera, la máquina que dirigía mejoró aún más: Junjia comenzó a conducir locomotoras eléctricas. "Por fin pude usar mis camisas blancas favoritas para ir a trabajar, porque no había carbón ni diésel", aseguraba este experto al diario chino. El maquinista explicaba que su cabina ya estaba por entonces equipada con sistemas de seguridad automatizados, aire acondicionado, refrigerador y microondas. "Nunca hubiera pensado en tenerlos en el pasado", aseguraba al China Daily.

En 2017 se produjo otro gran cambio: comenzó a conducir los veloces trenes Fuxing. "Es como un dragón gigante que vuela por todo nuestro país", señala Han Junjia con orgullo. "En comparación con todos los trenes que he conducido, los trenes bala Fuxing son los más convenientes para operar para los conductores". China se había convertido ya en una economía totalmente industrializada, pero además con una intensidad importante en la fabricación de dispositivos electrónicos y tecnología.

La historia de Junjia es el reflejo de lo que ha vivido la economía china en las últimas décadas. Ahora, todos los focos están puestos en los problemas del dragón, pero aun así el crecimiento sigue siendo intenso y cuanta con algunos datos brillantes. Aunque el PIB agregado de China se está frenando, todo hace indicar que el PIB per cápita seguirá creciendo a un ritmo intenso.

La población de China ha comenzado a reducirse (en 2022 cayó en 850.000 personas), mientras que el PIB crece a un ritmo cercano 5%. El resultado de dividir este crecimiento del PIB entra la población es un incremento del PIB per cápita muy elevado. Aunque los grandes números (PIB agregado, población, inversión total...) dejen de crecer como antes, los pequeños seguirán avanzando, mejorando la vida de los chinos en términos económicos. El dragón dejará de crecer en tamaño para moldear y definir sus rasgos. Un dragón más sofisticado.

"El desempeño económico esperado de China en los próximos años, comparado con el de otros países cuando su nivel de desarrollo económico (medido en términos de PIB per cápita) era similar al que China tiene hoy, ofrece un pronóstico generalmente favorable sobre la capacidad de China para escapar de la trampa de ingresos medios", asegura Alicia García Herrero, jefa de economía para Asia-Pacífico en el banco de inversión Natixis.

WhatsAppTwitterTwitterLinkedinBeloudBeloud