Redactor de Internacional. Aprendí a cubrir economía en Argentina, aunque mi pasión siempre ha estado en Reino Unido y EEUU, en las que me centro actualmente, porque si algo no son precisamente estos dos países es aburridos. Estudio sobre el bitcoin y el universo de ideas y fraudes que ha crecido alrededor en mis ratos libres.
PRIMARIAS EE.UU.

La exsecretaria de Estado Hillary Clinton llega este sábado a Carolina del Sur, donde los demócratas celebran su cuarta cita en el calendario de primarias, con el objetivo de arrasar, empujada por los votantes negros del estado: las encuestas la sitúan como favorita, 60% a 29%. Cuanta más ventaja tenga, más probabilidades tendrá de dejar tocado a su rival, el senador Bernie Sanders, antes del "Supermartes", el 1 de marzo, cuando votan 12 estados de forma simultánea.

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Parece que han pasado mil años, pero hace apenas unos meses los medios, los analistas y sus rivales ignoraban completamente a Donald Trump. El magnate neoyorquino parecía poco más que el "payaso" del grupo, el encargado de lanzar ideas sin sentido, insultar a diestra y siniestra, enfrentarse a los pesos pesados del partido y regalar un sinfín de material a los programas de humor. Cuando llegara el momento de la verdad, cuando las urnas se acercaran, los votantes entrarían en razón, abandonarían su "fase rebelde" y se rendirían a una figura respetable, como Jeb Bush, Scott Walker o Marco Rubio. Pero el momento de la verdad ya ha llegado, y Trump no solo no deja de ganar elecciones, sino que ya cuenta con el respaldo de dos gobernadores en activo, entre ellos su ex-rival Chris Christie. En apenas dos semanas, la nominación puede quedar vista para sentencia.

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Al igual que la felicidad, el dinero no puede comprar una victoria electoral, aunque ayude. Los datos de gasto de los candidatos en las primarias presidenciales de EE.UU. dejan claro que gastar mucho dinero en una campaña no compensa la falta de carisma o popularidad, mientras que la fama o el apoyo popular valen por cientos de dólares. Ni siquiera toda la publicidad que el dinero puede comprar basta para ganar.

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Las primarias de Carolina del Sur, además de la victoria de Donald Trump, han dejado un detalle mucho más trascendental: la retirada de Jeb Bush, que partía como el favorito antes de la irrupción del magnate neoyorquino hace casi un año y que, tras una campaña desastrosa, llevaba meses en el apartado de "otros" en las encuestas. Su presencia en la carrera era ya una nota a pie de página, pero su marcha supone que, por primera vez en 48 años, la tradición republicana se haya roto. Por una vez desde hace medio siglo será imposible averiguar quién será el candidato ganador solo con mirar a los resultados de cuatro años antes.

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Las primarias del sábado en Carolina del Sur (para los republicanos) y los "caucus" de Nevada (para los demócratas) han servido para reforzar a los favoritos en cada bando, aunque abren la puerta a sorpresas en el futuro. En el estado sureño, Donald Trump ganó la votación con un margen de 10 puntos y refuerza su posición como el favorito, aunque la retirada de alguno de sus rivales moderados puede reforzar a los que resisten (especialmente Marco Rubio) de cara al "Supermartes", 1 de marzo, cuando votan 13 estados de golpe. Mientras tanto, el hogar de Las Vegas dio su apoyo a Hillary Clinton por cuatro puntos, una ventaja mucho más estrecha de lo esperado pero suficiente para mantener a su rival izquierdista, el senador Bernie Sanders, por detrás.

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El paraíso del juego y el pecado, Nevada, examinará en un "caucus" este sábado las perspectivas electorales del senador Bernie Sanders. Si puede plantar cara a Hillary Clinton en un estado en el que los votantes latinos son una gran proporción, el partido llegará al rojo vivo al "Supermartes", el 1 de marzo. Si no, la remontada de New Hampshire puede dar paso al derrumbe del veterano socialdemócrata y la coronación de Clinton en un par de semanas. Pero es posible que esta vez la clave no esté en los latinos ni en los negros, sino en un grupo aún más minoritario entre los votantes demócratas: los militantes republicanos.

Primarias EE.UU.

Ya no hay más tiempo para discutir. El Partido Republicano se juega más que 50 delegados este sábado: las primarias de Carolina del Sur, estado tradicionalmente oficialista, son la última oportunidad para elegir al candidato que deberá plantar cara al magnate Donald Trump y al senador religioso Ted Cruz. Si los resultados vuelven a deparar un empate técnico entre los tres "moderados" -Marco Rubio, Jeb Bush y John Kasich-, como en New Hampshire, la indecisión podría llevar a Trump a escaparse de forma casi definitiva el 1 de marzo, el llamado "Supermartes".

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Rumores de supuestos hijos ilegítimos negros, llamadas telefónicas anónimas, falsas postales navideñas. Carolina del Sur, la siguiente parada de la campaña del Partido Republicano, es un terreno que se ha hecho famoso por la enorme cantidad de rumores, golpes bajos y mentiras con el objetivo de hundir a los favoritos. Si Iowa y New Hampshire son los estados que señalan a los más fuertes, Carolina del Sur es el que destruye a los más débiles.

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Los dos grandes precandidatos "rebeldes" se alzaron con la victoria en las primarias de New Hampshire, las segundas en el proceso de nominación para la presidencia de EE.UU. Tal y como predijeron las encuestas, el senador socialdemócrata Bernie Sanders ganó a Hillary Clinton por una gran ventaja (60% a 38%, con un 93% escrutado), mientras que el magnate republicano Donald Trump superó el 35% de apoyos frente a un gran grupo de rivales apelotonados en torno al 10%.

SUS INGRESOS SE DESPLOMAN

Los efectos de la campaña de bombardeos contra los territorios controlados por grupo terrorista Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) han surtido efecto económico: sus líderes se han visto obligados a reducirse su sueldo a la mitad y un 30% a sus soldados. Los ataques de la coalición internacional, que buscaban cortar el flujo de ingresos del petróleo y sus rutas de suministro, han forzado al autoproclamado "califato" a emprender su primer plan de recortes en un intento por sobrevivir.